El pasado domingo, el dictador venezolano Nicolás Maduro apareció por sorpresa en Cuba para la clausura de un enésimo encuentro de defensa de la revolución de este país
Alejandro Gutiérrez Balboa
El pasado domingo, el dictador venezolano Nicolás Maduro apareció por sorpresa en Cuba para la clausura de un enésimo encuentro de defensa de la revolución de este país, patrocinado por el Gobierno instaurado por los hermanos Castro.
El encuentro se denominó Encuentro Antimperialista de Solidaridad por la Democracia y contra el Neoliberalismo. Cuando dicen democracia, se refieren a Cuba; como si la democracia rigiera en ese desventurado país, estacionado en los años 50 del siglo pasado. Al evento asistieron mil 200 representantes de partidos, sindicatos y movimientos de izquierda, supuestamente de 95 países de América Latina.
El palurdo exconductor de camiones Maduro se atrevió a hablar de geopolítica y afirmó que en Chile se despertó una revolución social que va a cambiar la Constitución que legó Augusto Pinochet. No titubeó en calificar de milagro lo que ha hecho Daniel Ortega en Nicaragua en beneficio de su país. Atacó al presidente salvadoreño Nayib Bukele y defendió el triunfo de Evo Morales en Bolivia, mencionando que fue un logro del pueblo y callándose el criminal sobre el fraude al que debió la victoria.
Así, de fantasía en fantasía, proclamó a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador en México y el reciente triunfo de Alberto Fernández en Argentina como la nueva ola geopolítica en América Latina que llevará a los pueblos del continente a proclamar un bloque contrario a lo que llamó neoliberalismo y que afianzará el modelo venezolano, cubano, nicaragüense y boliviano; es decir, el mismo proyecto del Foro de Sao Paulo.
Ciertamente, la victoria peronista en Argentina representa un avance considerable al proyecto de defender a toda costa los tiránicos regímenes de los Castro en Cuba y de Chávez-Maduro en Venezuela, pero hasta ahora no se ve ninguna disposición del líder del Gobierno mexicano por unirse al proyecto, a pesar de la visita de Fernández.
Ni tampoco se vislumbra ningún fortalecimiento ‘geoestratégico’ del mismo proyecto que impida su paulatino derrumbe, por una sola causa, la inanición, a pesar de que, para variar, le vuelvan a echar la culpa de todo al ‘bloqueo’ norteamericano. A pesar de lo que acontece en Ecuador y en Chile, sus modelos políticos no se verán modificados en forma sustantiva, y mucho menos los económicos.
Qué eficaz debe ser el pretendido bloqueo norteamericano, que ya no solo se aplica a Cuba, sino a Venezuela, a Bolivia y a donde alcance la fantasía y el cinismo de sus dictadores.