Reino Unido tiene agendada una nueva elección el 12 de diciembre en un ambiente complicado
Nicholas Kristof
A lo largo de los siglos, Gran Bretaña produjo la Revolución Industrial y fomentó la democracia representativa. Gobernó los mares y creó el derecho consuetudinario. Propició el primer movimiento contra la esclavitud y le hizo frente a Hitler.
Ahora, Reino Unido ha enloquecido.
Parafraseando a Churchill, si la nación perdura durante mil años, la gente quizá mire en retrospectiva y diga: “Esta fue su hora más lamentable”. De hecho, olvídenlo, puede que el Brexit termine por fracturar a Reino Unido, así que la nación no durará ni una década más, mucho menos un milenio.
Reino Unido tiene programada una nueva elección para el 12 de diciembre, en un momento en el que sus dos partidos principales están liderados por personas a quienes jamás se les debió permitir acercarse tanto a Downing Street. Lo más grave es que es muy probable que el primer ministro Boris Johnson termine sacando a rastras de la Unión Europea a un Reino Unido exhausto.
Para los que nos consideramos amigos del Reino Unido, es desconcertante ver a Johnson liderar las encuestas mientras avanza negligentemente por un camino que está afectando a su país en términos económicos y que amenaza con hacerlo pedazos. Para aquellos que sentimos una conexión sentimental con Reino Unido –¡Shakespeare! ¡Té con leche! ¡The Beatles! ¡Los Cinco!– es como ver a un querido amigo empinarse varias pintas de alcohol y dirigirse a un acantilado.
La mayoría de los economistas concuerdan en que el Brexit afectará al comercio y el producto interno bruto. Un estudio calcula que Reino Unido quizá ya es un 3 por ciento más pobre solo por la planeación del Brexit. Otro estudio estima que el declive a largo plazo será del 3.5 por ciento; otro más calcula una caída del 6 por ciento a mediano plazo.