Querida lectora, entre símbolos nuestra mente navega, se esconde, se muestra. Símbolos ancestrales que cada una de nuestras mentes transforma en propios
José Luis Oliva
Querida lectora, entre símbolos nuestra mente navega, se esconde, se muestra. Símbolos ancestrales que cada una de nuestras mentes transforma en propios; entre más nuestros paradójicamente más universales; entre más profundos de mayor impacto en la aparente superficie de nuestra conducta.
Viajar es el verbo más emocionante ya que están contenidos todos los elementos que reflejan intensidad, entre ellos ‘cabalgar’ es tan antiguo como sugerente y tan concreto recuerdo en la piel como abstracta analogía.
¿Quién es indiferente a un caballo? ¿Quién no tiene un vivo recuerdo de montar, aunque nunca lo haya hecho? Comparta sus símbolos y explórelos en la dimensión escrita a [email protected] Es innegable que los viajes a caballo tienen algo mágico, casi mítico que nos acercan no solo a la naturaleza de la forma más directa posible, sino también a la ancestral relación del hombre con los animales.
El turismo ecuestre se define como la realización de actividades ecuestres en el medio natural, principalmente marchas por itinerarios señalizados. También puede incluir otras propuestas relacionadas con el mundo del caballo, pero las más atractivas son, sin duda, las rutas que se adentran en plena naturaleza.
1. Cabalgando en Tequis.
La primera vez que cabalgamos en familia fue en Peña de Bernal en un evento del municipio. Mi hija y yo éramos de las cinco mujeres de un grupo de casi 200 jinetes, fue hermosa la experiencia. Solo 11 kilómetros, pero que buena experiencia.
Después descubrimos la empresa familiar Cabalgando en Tequis y al menos vamos una vez al año en familia a alguno de sus paquetes. Es muy recomendable vivencia.
2. A caballo por la Isla.
El ‘Cami de Cavalls’ es un patrimonio cultural de Mallorca. Siendo nacida ahí, el recorrerlo es casi obligatorio. Es tan antiguo como la civilización de la isla. La rodea toda, es hermoso espectáculo.
3. La abuela a caballo.
Mi bisabuela transitó por esa zona del Tíbet donde se transportaba té. Yo soy americana de dos generaciones, pero el haber vuelto a cabalgar por esos senderos, aunque fue en un viaje turístico, fue tan intenso que aún se me enchina la piel al recordarlo.