El miércoles observé cómo Donald Trump, sentado en el Despacho Oval junto al presidente de Finlandia, atendía las preguntas de los reporteros
Charles M. Blow
El miércoles observé cómo Donald Trump, sentado en el Despacho Oval junto al presidente de Finlandia, atendía las preguntas de los reporteros en lo que solo puede describirse como los desvaríos de un hombre desesperado que por momentos perdía el control y despotricaba.
Durante los últimos años, y en especial desde que concluyó la investigación de Mueller, me he acostumbrado a que Trump profiera sus insultos, descargue sus ataques y vomite sus mentiras con una arrogante petulancia. Pero esto no fue lo mismo. Lo que vi el miércoles fue un enojo motivado por un pánico colosal.
También en otra conferencia con el presidente finlandés, Trump repitió su asombroso espectáculo, en el que divagaba, despotricaba, evadía preguntas y desviaba la atención. Desde luego, mentía. Donald Trump está asustado.
Además, está enfurecido por eso. Su único impulso es pelear como un ente que está cerca de la muerte: con todo lo que tiene y con todos los medios necesarios. Trump está en pie de guerra contra todo lo que lo amenace.
Ahora, el denunciante es el “#DenuncianteFalso” al que desea identificar y “entrevistar”. Cualquiera que hable con el denunciante es “casi un espía”, y Trump dijo: “Ya saben lo que hacíamos en los viejos tiempos cuando éramos inteligentes respecto de los espías y los traidores, ¿verdad? Los tratábamos un poco diferente a como los tratamos ahora”. Insinuó que Adam Schiff es un delincuente e incluso un traidor.
Ha calificado como un “golpe de Estado” al procedimiento de juicio político o ‘impeachment’. También ha citado a una persona que dijo que destituirlo de su cargo “provocará una fractura parecida a la Guerra Civil en este país, de la cual nunca nos recuperaremos”. Esto no terminará bien.
No hay nada que Trump deteste más, y a lo que le tema más, que ser avergonzado y castigado públicamente. Siempre ha creído que podría controlar cualquier historia aun cuando no pudiera controlar los hechos. Los hechos en realidad no le importan a este hombre. No obstante, el proceso del juicio político está más allá de su control. No puede intimidar a nadie para librarse de eso.