En Julio de 1968 surgió un movimiento estudiantil en México, en resonancia a los distintos movimientos que se habían producido en el mundo
Carlos Alberto Contró
En Julio de 1968 surgió un movimiento estudiantil en México, en resonancia a los distintos movimientos que se habían producido en el mundo, como el de los jóvenes en contra de la guerra de Vietnam en Estados Unidos, y el movimiento francés de Mayo 68, de estudiantes y trabajadores.
Yo en realidad no recuerdo mucho, pero sí me acuerdo de un sentimiento de temor, de miedo, por lo que alcanzaba a escuchar de mi mamá y los profesores del kinder: “Mañana mejor no traigan a los niños, los estudiantes andan muy violentos y puede haber problemas”.
Eso es lo que recuerdo de hace 51 años, con mis cinco años y medio de edad. Más tarde, al leer ‘La Noche de Tlatelolco’ de Elena Poniatowska, quedé profundamente impactado de la narración de todos los sucesos de esa noche en la Plaza de las Tres Culturas, y las repercusiones que tuvieron.
Mucha tinta ha corrido: La marcha del silencio, el Consejo Nacional de Huelga, y sobre todo, sobre esa concentración del 2 de octubre, que todos sabemos ya como terminó. Sin duda es una fecha que no se olvidará y no debe de borrarse, como un día que marcó el autoritarismo y la falta de sensibilidad, debe recordarse, de forma que esté vigente en la mente, pensamientos y sentimientos de los gobernantes, lo que sucede cuando se descuida a un sector tan importante de la sociedad, cuando se desvían los intereses generales en pro de una estrategia social que favorezca los intereses o cotos de poder de algunos cuantos.
El 2 de octubre debe conmemorarse como un día que marcó el parteaguas entre la invisibilidad de las injusticias provocadas por el autoritarismo y falta de diálogo, y dio lugar a que empezaran las autoridades a escuchar a los jóvenes, a los estudiantes, a los maestros, a los trabajadores; se dio comienzo a la creación de espacios de debate, de generación de ideas y tendencias que coadyuvarían en el desarrollo de México en estas últimas décadas.
Por lo mismo, si bien se recuerda la tragedia sucedida a partir de aquella bengala lanzada sobre a la plaza de Tlatelolco, lo que debe conmemorarse y para lo cual se deben de organizar las marchas, es para celebrar que hoy existen esos espacios de expresión, existe la pluralidad de ideas y podemos tener distintas opciones en cada una de las áreas de nuestras actividades.
Sin embargo, siento temor, estoy incluso nervioso de lo que pueda suceder, porque la energía y conmemoración del 2 de octubre no se está encauzando, y menos diciendo que se van a formar ‘Cordones de Paz’, y mostrando la debilidad de una autoridad que no va a propiciar la apertura de espacios, sino que, por el contrario, quizás esté dando paso a un autoritarismo de reversa, ahora por parte de los que en aquella época pedían apertura.
Mi más sincero deseo es que el 9 de octubre estemos platicando que no hubo nada qué lamentar este 2 de octubre