Tal vez la característica más destacada del debate presidencial del Partido Demócrata en Houston, realizado el pasado 12 de septiembre, fue lo que los candidatos no dijeron sobre América Latina, la inmigración, el asilo y la seguridad fronteriza.
En cambio, hubo un marcado énfasis en los servicios médicos, la educación, el control de armas y la guerra en Afganistán. Su silencio, sus verdades a medias o lugares comunes sobre estas cuestiones fue sorprendente.
Sin embargo, el hecho de que ninguno de los participantes reafirmara el compromiso a despenalizar la entrada no autorizada de personas a Estados Unidos fue digno de alabanza. El ingreso no autorizado, en efecto, debe despenalizarse, pero decirlo durante una campaña contra el presidente estadounidense, Donald Trump, equivale a un suicidio político. No obstante, ninguno de los candidatos habló sobre ninguna de las otras cuestiones apremiantes en sus comentarios de apertura o de cierre y, en general, solo aclararon sin entusiasmo sus posturas en respuesta a las preguntas sobre inmigración, asilo y Venezuela del periodista de Univision, Jorge Ramos.
Julián Castro dijo acerca de la masacre en El Paso: “Un tirador condujo 10 horas para matar a personas que se parecen a mí y a mi familia”. Pero fue mucho más cauteloso en lo que respecta a su plan de inmigración, ya que prefirió centrar sus declaraciones en los ‘dreamers’ –los beneficiarios de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) –, que es un tema importante pero “seguro”, en el que hasta Trump puede estar de acuerdo. Su silencio sobre la despenalización llama más la atención si consideramos que él lo trajo a colación en un debate celebrado en junio.
Beto O’Rourke también habló –por momentos en español–, pero sin entrar en detalles, sobre uno de los aspectos más complicados de la inmigración: ¿qué hacer con las personas que se quedan en el país después de que su visa ha expirado? Elizabeth Warren apoyó la creación de una vía hacia la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados que hay actualmente en Estados Unidos, pero, de nuevo, sin dar detalles. El exvicepresidente Joe Biden titubeó cuando se le preguntó si creía que las deportaciones en masa del expresidente Barack Obama habían sido un error o no; claro, era una pregunta difícil que quizás fue sabio evitar contestar.
Sobre el tema crucial de las políticas de asilo de Trump, Biden y el resto de los contendientes dijeron estar en desacuerdo, pero sin definir lo que harían con el aumento repentino en las solicitudes de asilo desde mediados del año pasado. Un candidato sugirió que era una crisis que el mismo Trump había ocasionado. Warren, Biden y Castro insistieron por igual en la necesidad de un gran programa de asistencia para los países del Triángulo Norte de Centroamérica: Guatemala, Honduras y El Salvador.