La abogada de derechos humanos Karinna Moskalenko alguna vez me explicó cómo funciona la maquinaria de represión de Vladimir Putin
Bret Stephens
La abogada de derechos humanos Karinna Moskalenko alguna vez me explicó cómo funciona la maquinaria de represión de Vladimir Putin.
“No es necesario poner a todos los empresarios en la cárcel”, dijo. “Es necesario encarcelar a los más ricos, los más independientes, los mejor conectados. No es necesario asesinar a todos los periodistas. Tan solo hay que asesinar a los más sobresalientes, los más valientes, y los demás entenderán el mensaje”.
Su conclusión: “Nadie es intocable”. Eso fue en 2007, cuando Putin aún cultivaba una imagen de líder democráticamente electo apegado a la ley. Pero esa ficción se desvaneció hace mucho tiempo.
Boris Nemtsov, el personaje principal de la oposición, fue asesinado bajo la sombra del Kremlin en 2015. Su sucesor en ese papel, Alexei Navalny, ha entrado y salido de prisión por varios cargos fabricados, y también ha sido víctima de ataques constantes provocados por “químicos desconocidos”. Otros, como Denis Voronenkov, detractor de Putin y exmiembro del Parlamento, han sido baleados a plena luz del día en ciudades extranjeras.
Por eso es muy poco sorprendente leer el perfil que redactó Andrew Higgins en The New York Times sobre Lyubov Sobol, activista de la oposición.
Sobol, de 31 años, es abogada en Moscú y socia de Navalny. Ha pasado años tratando de llevar a cabo una investigación sobre corrupción en torno a Yevgeny Prigozhin, amigo íntimo de Putin y oligarca imputado el año pasado por patrocinar la fábrica de troles que interfirió en la elección presidencial estadounidense de 2016. Considerando que los periodistas que investigaron los otros negocios de Prigozhin fueron asesinados, la persistencia de Sobol recuerda al seguimiento que Eliot Ness le dio a Al Capone en “Los intocables”, solo que, a diferencia de Ness, ella no tiene puñales, armas, insignias, leyes ni gobierno federal que la apoye.
Ahora está al frente de las protestas que han sacudido a Rusia este verano después de que el régimen descalificó a los candidatos de la oposición (incluyéndola) de la contienda para las elecciones municipales del domingo. Su esposo fue envenenado. Un grupo de atacantes la ensució con una sustancia negra. La policía la sacó de su oficina. Solo una ley que prohíbe el encarcelamiento de mujeres que tienen niños pequeños ha evitado que la lleven a prisión.