Michelle Goldberg

El 11 de agosto, más de 1000 personas marcaron Tisha b’Av, el día más triste en el calendario judío, ocupando una tienda de Amazon Books en Manhattan, en protesta por el apoyo técnico de este gigante de la tecnología al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por su sigla en inglés). Sentados en el piso, leían relatos desgarradores sobre personas detenidas por su calidad migratoria y recitaban el Kaddish, la oración tradicional judía para el duelo. Uno de sus carteles decía: “Nunca se repetirá significa nunca se repetirá”.

Según los organizadores fueron arrestadas 44 personas, incluidos doce rabinos y un miembro del Ayuntamiento de la Ciudad de Nueva York. Esta fue una de las más de cincuenta manifestaciones organizadas por judíos en contra del ICE en todo el país ese día.

Unos días después, un oficial de correccionales deshizo una hilera de manifestantes judíos que estaban bloqueando la entrada a una prisión privada en Rhode Island donde hay migrantes detenidos lanzándoles su camioneta para abrirse camino. Dos de los manifestantes fueron hospitalizados. Esa manifestación fue una de las al menos 38 que organizó este verano Never Again Action, un grupo descentralizado formado hace dos meses para la participación en acciones directas no violentas contra la detención de inmigrantes.

El presidente Donald Trump tal vez pensó que atraería a los electores judíos al Partido Republicano con su sólida alianza con la derecha israelí. En cambio, al intentar usar a los estadounidenses judíos como mascotas de un gobierno que deja horrorizados a la mayoría de ellos, ha desatado el renacimiento de la izquierda judía.

Se están formando nuevos grupos de judíos progresistas. Los más antiguos, como Jews for Racial and Economic Justice (JFREJ, por su sigla en inglés), de Nueva York, una de las fuerzas que estuvo detrás de las protestas contra Amazon, están creciendo; las reuniones de organización otrora aburridas ahora están abarrotadas. Jewish Currents, una publicación judía de izquierda fundada hace casi 75 años, renació el año pasado con un nuevo equipo de escritores y editores que son evidencia del nuevo espíritu milénial socialista.

Evidentemente, desde hace mucho tiempo los judíos estadounidenses han sido más bien liberales, y siempre han estado muy bien representados en los movimientos progresistas. Sin embargo, hay una diferencia entre los izquierdistas que sucede que son judíos y el activismo de izquierda explícitamente judío. “Personas que tal vez no han tenido mucho contacto con el judaísmo, repentinamente sienten que es muy importante manifestar qué tipo de judíos son en el contexto de su activismo y en el contexto de su memoria colectiva”, explicó Arielle Angel, editora de Jewish Currents.

Alyssa Rubin, organizadora de Never Again Action, de 25 años de edad, me comentó que en la universidad tenía muy poco interés en la vida comunitaria judía, pues en su mayoría giraba en torno al apoyo a Israel. No obstante, “nunca me había puesto a reflexionar en mi judaísmo tanto”, dijo, como en los meses anteriores a las elecciones de 2016, a medida que Trump soltaba toda esa retórica que olía a fascismo y los nacionalistas blancos se embelesaban ante su nueva relevancia. Por primera vez, el antisemitismo parecía una amenaza inmediata y urgente.

Para los judíos de izquierda, el temor se ha magnificado con el insulto de que Trump, el hombre que ayudó a desatar una nueva ola de antisemitismo, se hace pasar por el salvador de los judíos con su devoción a la derecha israelí.

“Es exasperante e intolerable”, afirmó Sophie Ellman-Golan, de 27 años, ex directora de comunicaciones y alcance digital de la organización Women’s March, quien ahora está trabajando en un proyecto para movilizar a los judíos en contra del nacionalismo blanco. Dado que la derecha dice defender a los judíos mientras busca la implementación de políticas que la mayoría de los judíos aborrecen, argumentó: “Es imperativo que alcemos la voz por nosotros mismos porque, si no lo hacemos, las voces más fuertes que afirmen hablar en nombre de los judíos serán los cristianos evangélicos de derecha”.

Por supuesto que hay muchos grupos de judíos establecidos que han hecho de su misión hablar por la comunidad, pero es impresionante la medida en que los judíos de izquierda se sienten alejados de la clase dominante judía y traicionados por ella, dado que esta a menudo parece más preocupada por el antisionismo de izquierda y la exageración retórica que por el nacionalismo blanco de derecha.

Never Again Action nació en reacción a la percepción de inacción por parte de las principales organizaciones judías para oponerse a Trump. En junio, después de que la representante Alexandria Ocasio-Cortez se refirió a los centros de detención de migrantes como “campos de concentración”, las organizaciones judías establecidas, como el Jewish Community Relations Council, no tardaron en condenarla. Rubin no lo podía creer. Un gobierno que practica abiertamente la xenofobia está construyendo campos de internamiento para miembros de grupos étnicos cuyo ingreso al país se quiere evitar ¿y a los líderes judíos les preocupaba que los críticos de este proyecto estuvieran faltándole al respeto a la memoria del Holocausto?

“Aquello agravó la indignación que muchos judíos estaban sintiendo por el hecho de que una institución judía establecida dijera algo que se sintiera tan fuera de lugar”, comentó. “En parte, eso nos orilló a querer realmente no solo decirlo con palabras, sino actuar para demostrar cómo se siente realmente la comunidad judía en este momento”.

La gente involucrada en la nueva izquierda judía reconoce que existe antisemitismo de izquierda, pero por lo general no cree que sea una amenaza a la altura del odio judío de derecha.

“Ningún partido o movimiento político está libre de antisemitismo”, comentó Ellman-Golan, quien tuvo que lidiar con los efectos colaterales del antisemitismo en Women’s March, pero, explicó, “solo un partido político está incitando de manera bastante literal a los nacionalistas blancos a disparar contra nuestras sinagogas, arrollar con vehículos nuestras protestas pacíficas, enviar por correo bombas a miembros de nuestra comunidad, quemar iglesias negras y mezquitas, y abrir fuego en contra de los latinos”.

La izquierda judía rechaza la idea de que el antisionismo es equivalente al antisemitismo, pero mucho más allá de eso, rechaza la idea de que Israel es el garante de la seguridad judía o el faro de la identidad judía. Un valor central de Jews for Racial and Economic Justice, así como de buena parte de la cultura judía de izquierda de manera más generalizada, es “doikayt”, un término en yidis que significa “el enfoque en el lugar donde se está”.

“El lugar donde nos encontramos es nuestro hogar. Es por eso que luchamos. Aquí es donde buscamos alianzas”, dijo Audrey Sasson, directora ejecutiva de JFREJ. El primer número posterior al relanzamiento de Jewish Currents incluyó un ensayo de su editor, Jacob Plitman, llamado “On an Emerging Diasporism” (Sobre un diasporismo emergente), que también celebra el valor de “doikayt”.

Para aquellos a los que les preocupa principalmente la vida judía en la diáspora, Israel, que ha cortejado a líderes nacionalistas antisemitas en Europa, en realidad no es un aliado y mucho menos un ideal. Y Trump, quien siempre habla de los judíos estadounidenses como si pertenecieran allá, es un enemigo grotesco. Trump les dice a los judíos comprometidos con la vida en Estados Unidos que le deben lealtad a Israel, al que algunas veces se refiere, cuando se dirige a los judíos estadounidenses, como “su país”. Dice esto y espera que los judíos reaccionen con gratitud.

En vez de eso, muchos están reaccionando con un compromiso redoblado con la solidaridad y la democracia multirracial. Los judíos han estado tomando las calles porque ningún apoyo a un país extranjero es suficiente para redimir lo que él le está haciendo a este.