Como ciudadano considero que la manera de exigir las legítimas pretensiones ha lastimado a un país que adolece de reconciliación. ¿Quién ejercerá la madurez en el sistema democrático para escuchar a las minorías?
Cabe mencionar que la interlocución debe ser exitosa entre ambas partes. Si uno de los participantes dentro de la mesa carece del temple y de la voluntad para llegar a acuerdos, no podremos avanzar. Es una responsabilidad exigir y también la forma de hacerlo.
Me preocupa el contexto que lo ha motivado: carpetas de investigación sin resolver, un discurso y una realidad discriminatoria, etiquetas sociales, estereotipos e ignorancia; procuración de justicia que ofende en el trato igualitario y una autoridad pasiva que reacciona únicamente con llamadas de atención (como la marcha feminista de hace unos días). El derecho a la manifestación de las ideas es algo que debe privilegiarse como un principio constitucional al vivir en una territorialidad que procura la apertura a las inconformidades, carencias, opiniones, denuncias y toda propuesta en beneficio del Estado.
Cuando este diálogo se ve afectado por los insultos, la agresión y la violación a los espacios públicos como el Ángel de la Independencia, estamos incumpliendo las cláusulas establecidas dentro del contrato social de Rousseau; que inspiró las intenciones de nuestra independencia en la construcción del México independiente y en unidad. Quiere decir que, desde la raíz doctrinaria, hemos buscado un canal de entendimiento entre los connacionales. Dar y recibir. Sociedad civil organizada y entes gubernamentales deben coadyuvar, trabajar juntos para prevenir y sancionar la comisión de los delitos. Al agotar las instancias correspondientes, el proceso no termina.
Habrá organismos internacionales que defiendan las causas reclamadas, inclusive desde un punto de vista jurisdiccional. La reflexión conlleva un fondo de cooperación mutua que incluye el respeto a las instituciones, a la norma, al patrimonio nacional; y por el otro lado, señalar la inactividad e ineficacia de nuestra clase política, todo con una orientación pacífica para evitar que la intención principal se desvanezca y se pierda ese objetivo que nos incumbe a todos y a todas.