El 1º de marzo del año pasado, en el marco de la campaña para su reelección, Vladimir Putin presumió en un discurso y hasta proyectó un video con una nueva arma, un misil de crucero al que le atribuyó la característica de ser indefendible y capaz de penetrar impune en el escudo protector de los Estados Unidos, haciendo obsoleto este escudo creado por Ronald Reagan.
El misil en cuestión tiene como propulsor, de acuerdo con lo que Putin anunció, un pequeño reactor nuclear, a diferencia de todos los misiles existentes que tienen combustible líquido. Esto lo posibilita el dar varias vueltas al globo terráqueo y supuestamente virar para evitar obstáculos, antes de ser dirigido al blanco elegido.
El problema fue que el jueves pasado, en una rampa de lanzamiento colocada en el mar, próxima a la localidad de Nionoksa, en las orillas del Mar Blanco, cerca del Círculo Polar Ártico, estalló el misil prodigio en una de sus pruebas, matando a 7 personas, entre ellas 5 científicos muy especializados de la empresa nuclear rusa Rosatom e hiriendo a otras. La explosión elevó los niveles radiactivos, por lo que los habitantes de ciudades cercanas se vieron obligados a tomar iodo para contrarrestar la radiación que, si bien no alcanzó niveles comparables a lo ocurrido en Chernobyl en 1986, fue registrada en Noruega.
Lo ocurrido el jueves, es el último de una serie de accidentes en los armamentos rusos. Previamente, el lunes 5 estalló un arsenal de artillería en Krasnoyarsk, con un saldo de 1 muerto, 13 heridos y 15 mil evacuados. El 1 de julio se accidentó el submarino espía Losharik con la muerte de 14 marinos de alto rango y en noviembre del año pasado otro misil de crucero similar se perdió en otra falla ocurrida en el Mar de Barents. Y hace 19 años se perdió en un accidente el submarino Kursk con la muerte de toda su tripulación.
La propulsión nuclear en misiles es una técnica que fue abandonada hace tiempo por los Estados Unidos precisamente por su inestabilidad y riesgos. Es imposible eliminar la radiación que dejan en su estela, pero los rusos han insistido en las pruebas. Al final del día, todo parece indicar que el misil prodigio no es una realidad y que todas las pruebas rusas efectuadas en este prototipo han terminado en fracaso, lo más que alcanzó una fue 22 millas, muy lejos de lo que Putin presumió y de las mil millas que alcanzan otros misiles comunes.
Una fake news más del zar ruso, pero ésta de resultados mortales.