Francisco Pájaro Anaya
El día de mañana se cumplirán 336 años de la fundación del ahora Monasterio de Nuestra Señora de los Dolores, antiguo “Beaterio” de San Juan del Río, un lugar lleno de religiosidad, de espiritualidad y sobretodo de tradición en San Juan del Río, en donde religiosas de la tercera orden de San Francisco han hecho de manera permanente votos de pobreza, obediencia y castidad y entregan en un convento de clausura su vida por amor a Cristo en un ambiente de paz y de religiosidad permanente.
Me atrevería a comentar que en San Juan del Río, casí toda la población ubica a las religiosas de la Avenida Juárez, en donde conseguimos agua de San Ignacio, velas benditas, escapularios de la Virgen del Carmen, pero además un delicioso pan que ellas mismas elaboran o que decir del rompope que es algo propio de los conventos.
Habiéndose fundado San Juan del Río, en el año de 1531, fue incrementando su población y esto hacía necesario el establecimiento de lugares para impartir educación sobre todo a los niños y jóvenes que iban poblando este lugar; es entonces que en el año de 1670, Sor Alejandrina González de la Orden Franciscana, abre un establecimiento denominado “Colegio de Nuestra Señora de los Dolores de Niñas Educandas”, el cual tenía como objetivo primordial brindar educación a las niñas de las familias sanjuanenses, siendo su primer ministro el Bachiller don Simón Núñez Bala.
En el año de 1683, Fray Antonio de Linaz de Jesús María, llegó de España acompañado de 23 religiosos que venían a fundar el Colegio de Propaganda Fide de la Santa Cruz de Querétaro; entre ellos venía el Venerable Fray Antonio Margil de Jesús, y al pasar por San Juan del Río se hospedaron en el mencionado colegio de niñas. Fray Antonio Margil vio entonces la necesidad de reorganizarlo, por tal motivo consiguió la donación de un espacio suficientemente grande para la nueva fundación y con la ayuda de las hermanas Josefa, Isabel, Ana y Beatriz Flores, hijas del señor Juan Flores y Frías y la señora Graciana Pérez y Tapia, se inicia lo que se conoció como “Beateario de Nuestra Señora de los Dolores”, dicha fundación fue el día 11 de agosto de 1683; ese mismo día las hermanas Flores, recibieron el hábito de la Tercera Orden Regular de San Francisco, y desde ese día se dedicó el nuevo lugar para ser casa de recogimiento para todas las jovencitas que quisieran vivir consagradas al servicio de Dios en oración, silencio y penitencia.
El Excmo. Señor Don Francisco Aguiar y Ceijar, Arzobispo de México, fue quien aprobó la fundación, ayudando inclusive económicamente para la edificación que se tenía planeada y su sostenimiento. También se recibió la ayuda de la Reina de España Dona María Luisa de Borbón, esposa del Rey Carlos III. Para el año de 1863, con la erección de la Diócesis de Querétaro, el Beaterio pasa al cuidado pastoral del primer obispo de la Diócesis, Mons. Bernardo Garate López Arizmendi.
Actualmente el Monasterio de Nuestra Señora de los Dolores, no es una evasión de la fragilidad humana, sino un modo de descubrirla y transfórmala. Si queremos que nuestras vidas estén llenas de alegría, en una sociedad en que la gente busca los “frutos” sin tener “raíces”, las comunidades monásticas -como es esta de San Juan del Río- muestran con su existencia, las raíces de nuestra existencia a las que hay que prestar atención. La Regla y las reglas no son pesados fardos sino suaves estímulos para cambiar; son lecciones de la escuela del amor. El monasterio es un lugar de ayuda mutua y relaciones de alianza donde las personas aprenden a relacionarse, a amar a los demás, a encontrar a la persona más allá del cliché, a vivir la ternura, a comunicar, a perdonar, a crecer en libertad y rezar juntos; es un espacio de libertad alegre, de vehículo de gracia abundante, signo de paz y recuerdo de la belleza de la santidad.