Sergio Arellano
“Me parece absurdo pedir misericordia por algo que no hice”. – Theodore Cowell Bundy
Cuando uno ingresa a la Facultad de Derecho, empiezan a surgir algunos cuestionamientos en el plano introspectivo que muchos comprenderán. Una de ellas: ¿tendré el mejor método de estudio?
Los futuros abogados dentro de su etapa formativa ya no pueden aprender conforme a las prácticas de la vieja escuela. La experiencia litigiosa es importante al igual que el hábito de la lectura; sin embargo, las herramientas que hoy nos ofrece la tecnología son una fuente de análisis y crítica; indispensables para la concepción integral de todo jurista.
Transmitamos por el camino de una cosmovisión mucho más amplia en comparación con lo que se instruía, por ejemplo, en la antigua Escuela Nacional de Jurisprudencia de la UNAM. Actualmente, los medios digitales como Netflix o las producciones cinematográficas abonan a la cultura jurídica de una forma considerable; nos invitan a excavar en lo más lúgubre de los casos polémicos como el de O.J. Simpson o el del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio; eventos que se han proyectado en este tipo de plataformas y que han causado incertidumbre y por ende interrogantes en cuanto al desenvolvimiento del procedimiento o la actuación de las autoridades en el proceso judicial.
Recomiendo para tal efecto la cinta presentada en cines acerca del multifacético Ted Bundy, que relata la historia de uno de los crímenes más controversiales en Estados Unidos. Una compilación de conductas ilícitas como el secuestro, violación, homicidio, acompañadas de la simulación y el espectáculo; estos elementos constituyen la puesta en escena de un testimonio que puede incitar a cualquier duda razonable por la personalidad de un tipo carismático, letrado y con la habilidad para persuadir al jurado y a la opinión pública.
A la fecha, no podemos descartar la influencia de este personaje en el escrutinio de la piscología criminal y en la investigación de los delitos; cada quien tendrá su perspectiva sobre el desarrollo del juicio, los testigos, la valoración del juez y la presión mediática. La gran pregunta es: ¿El veredicto cumplió con el objetivo de hacer justicia?