Recientemente informó Global Footprint Network -organización de investigación que mide los recursos de la tierra- que el 29 de julio de este año, habíamos llegado al “Earth Overshoot Day”, donde los recursos que estaban destinados a todo el año, se agotaron ese día. Es como cuando el dinero de la quincena solo alcanzo para 5 días. En casa se pediría prestado, pero la tierra no tiene a quién pedirle recursos.
Esta situación es triste, no solo porque nos pone en alerta, sino porque nos lleva a interrogarnos qué estamos haciendo tan mal. Y lo siguiente: ¿cómo podemos ajustar como persona y familia nuestros recursos que consumimos a diario para ayudar a nuestra ciudad y al planeta?
Y digo como familia, porque si nos cuestionamos sobre toda la humanidad, nunca saldremos de la depresión que esto ocasiona.
Sobre todo en esta época de vacaciones donde muchas familias planean salirse del ajetreo diario, olvidar la rutina de escuelas y es común que, como familia, se planee ir a destinos como playas para relajarse.
Opino que, si la tierra tomara vacaciones, ella sí sería muy cautelosa con lo que va a gastar, así evitaría, posteriormente, escasez de agua, erosión y contaminación de suelos, acumulación de bióxido de carbono, sequías o incendios, ya que todos nuestros consumos afectan al entorno impactando a las poblaciones y ciudades.
Cada comida, producto y actividad tiene una huella ecológica (indicador del impacto ambiental) que si concientizamos y calculamos, podemos reducir el componente de carbono, en cosas y viajes innecesarios.
Por ejemplo, si muchos deciden comer lo necesario y, no por desquitar el “buffet”, podríamos extender otras semanas más los recursos del planeta y que esto no se convierta en lixiviado en los rellenos sanitarios, contaminando los suelos.
O después de nadar, compartir varios hijos la toalla -con gran huella hídrica, de cientos de litros de agua que la hacen ver deslumbrante- que presta el hotel en la zona de alberca, evitando el desperdicio de recursos. Seamos ejemplo.