Ana Teresa Toro
Por primera vez en la historia puertorriqueña, un gobernador es forzado a renunciar por la presión de los ciudadanos. Su salida se hará efectiva el viernes 2 de agosto. Fue producto de una revolución pacífica que mantuvo al país en un estado de protesta permanente durante casi dos semanas.
El escudo de Puerto Rico es el más antiguo del continente. Otorgado en 1511 por la Corona española, el símbolo mantiene vigencia y legitimidad al día de hoy. El mío es el único país que no ha cambiado de escudo pese a las transformaciones de su historia. No lo cambió siquiera tras la ocupación estadounidense en 1898. En el interior de este símbolo, aparece un cordero que representa pureza, integridad y paz. El animal sostiene una bandera blanca con una cruz roja, una señal de tregua y el símbolo tradicional de san Juan Bautista.
Sucede que, a veces, se nos va la vida en lo simbólico, y durante años esa imagen del cordero amable, dócil, noble y pasivo se instaló en el imaginario colectivo de los puertorriqueños y dio paso a una identidad vinculada con el “Ay bendito”; una frase que lo perdona todo, y de todo se conmueve. No es que se tratara de un país sin ánimo de lucha, es que la historia —y sus golpes, heridas y vuelcos— había dormido por demasiado tiempo al verdadero animal social que somos: una bestia alegre, silvestre, indócil y salvaje —aún sin nombre ni rostro— que durmió una noche muy larga. Hasta ahora.
La revolución llegó con el verano. Antes, sin embargo, llegó la indignación.
El 9 de julio se comenzaron a publicar en la prensa local fragmentos de una conversación en la que el gobernador Ricardo Rosselló insultaba y atacaba a sus detractores, así como compartía información privilegiada de política pública. El contenido fue dado a conocer a cuenta gotas, en la misma semana en que fueron arrestados seis funcionarios cercanos a su administración, entre ellos la exsecretaria de Educación Julia Keleher y la exdirectora de la Administración de los Seguros de Salud. Finalmente, el sábado 13 de julio conocimos, a través del Centro de Periodismo Investigativo, las 889 páginas del chat.