Francisco Pájaro Anaya
El día de ayer se celebró en nuestro país el día del abogado, el día que se reconoce al profesionista del derecho su labor en beneficio de la sociedad y de las personas que acuden en búsqueda de su servicio y de sus conocimientos en ciertos momentos, la mayoría de las veces derivado de litigios y de circunstancias en donde se tienen que aplicar las normas jurídicas.
En el año de 1960 se celebró por primera vez el Día del Abogado en nuestro país, a iniciativa del entonces presidente de la República, Lic. Adolfo López Mateos.
La petición fue realizada por un comité que encabezaba el fundador del grupo “Diario de México”, Federico Bracamontes, a partir de la conmemoración de dos sucesos importantes en la enseñanza del Derecho en nuestro país: el 12 de julio de 1533 se estableció en el virreinato de la Nueva España la primera cátedra para la enseñanza del Derecho y se dictaron las primeras Ordenanzas de Buen Gobierno.
Y 20 años después de aquella fecha, el 12 de julio de 1553 Bartolomé de Frías y Albornoz leyó ante testigos de importancia la Prima de Leyes; siendo ésta una de las cátedras que había en ese tiempo y se impartía en Derecho, en la que se enseñaba el Digesto; Código, en la que se enseñaba el Corpus Juris Civile, e Instituta, en la que se introducía al alumno en los principios fundamentales del Derecho Romano, así se ubica este día como la fecha de la primera cátedra de derecho en América Latina.
Así las cosas en el día del abogado se reconocen todos aquellos conocimientos que a lo largo de la historia se han aplicado para la búsqueda de la justicia y de un verdadero estado de derecho en el ámbito de la sociedad. En el caso de nuestro querido San Juan del Río, son muchos los abogados que han pasado a la historia de nuestra ciudad por su trabajo profesional.
En mi caso particular, recuerdo a muchos abogados, licenciados en derecho, que en mi época de estudiante fueron mis formadores en el campus de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Querétaro, aquí en esta ciudad. Recuerdo al Lic. Felipe Muñoz Gutiérrez, al Lic. Cipriano Pineda Cruz, al Lic. Donaciano Ugalde Vargas, al Lic. José Guadalupe Arizaga Cruz, al Lic. Everardo Pérez Pedraza, a la Lic. Ma. del Socorro Silva Ruiz, a la Lic. Gabriela Nieto Castillo, al Lic. Godofredo Alderete Velasco, el Lic. Enrique Ramírez Martínez, el Lic. José Luis Gutiérrez Legorreta, el Lic. Cesar Reyes Falcón, la Lic. Rosa Iliana Tejeida Peña, Lic. Guillermo Marroquin, y muchos otros que son grandes maestros y que no solamente me formaron, si no que formaron a varias generaciones de abogados y que fueron por mucho tiempo sustento de nuestra máxima casa de estudios en San Juan del Río.
Ser abogado es un compromiso con la sociedad, es una gran responsabilidad en la búsqueda de la justicia y de la defensa de quienes necesitan nuestros conocimientos, de ahí que tengamos en nuestra vida presenta el lema de nuestra facultad: “Justicia y Derecho, espíritu de mi pueblo”.