Una de las muy buenas noticias resultado de la reunión del Grupo de los 20 en Osaka, Japón, fuel la firma del Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.
El Mercosur fue fundado en 1991 e integra a Argentina, Brasil Paraguay y Uruguay. Venezuela, que se integró al organismo, fue congelada en 2016 por sus prácticas antidemocráticas y la ruina que el gobierno ha producido en la economía de su país. El TLC con la Unión Europea había estado siendo negociado desde hace casi 20 años, las negociaciones fueron suspendidas de 2004 a 2010, y relanzadas para finalmente concretarse en un nuevo tratado de libre comercio.
Desde luego, en Argentina, han saltado los izquierdistas, los peronistas y los protectores de un mercado cerrado, improductivo y de muy mala calidad. Uno de los artífices de la debacle argentina, el ex ministro de economía Axel Kicillof ha calificado de desastre el acuerdo logrado. Para él y los de su posición, el tratado es una concesión a los europeos, que aplastarán al mercado argentino vendiendo productos manufacturados de alta calidad a cambio de condenar eternamente a los argentinos a exportar solamente productos agrícolas y ganaderos, impidiendo la industrialización de su país. En suma, los mismos argumentos que escuchamos cuando México firmó el TLCAN con Canadá y estados Unidos.
La realidad fue muy distinta para nuestra economía. Hoy uno de los sectores más dinámicos es el automotriz, en donde exportamos miles y miles de automóviles, camionetas y camiones de altísima calidad y ya el petróleo (una materia prima) no es el eje vertebral de nuestras exportaciones, sino los bienes manufacturados.
Esa misma izquierda, que en nuestro país es la que ha defendido la ratificación del TLCAN, hoy TMEC, se opone en Argentina a la mejora económica y social que indudablemente acarreará el TLC con Europa. Y lo hace porque así queda patente el desastre peronista, el empobrecimiento de los argentinos, su enorme migración y la corrupción de los que parasitaron los puestos públicos y sindicales para enriquecerse sin medida. Cristina Kirchner dejó de pagar los adeudos internacionales, a los que denominó “fondos buitre” y dejó a su país fuera del contexto internacional y sin posibilidad de poder ser auxiliado con préstamos frescos de los organismos financieros.
Como ha quedado demostrado, es el libre mercado el motor del progreso, del crecimiento y de mejores condiciones de vida. El proteccionismo, el populismo, el mercado controlado, sólo sirven a unos pocos parásitos, en detrimento de las mayorías.