Seth Pérez Melesio
En el mundo es aceptado que no todos los bienes y servicios que ofrece el Estado son públicos puros, pero aceptamos un cobro. La tendencia global es cobrar ahora por muchos que antes eran gratuitos como carreteras, estacionamiento y hasta simples trámites. ¿Cómo justificar socialmente el monto cobrado y cualquier aumento?
Los bienes públicos tienen dos características principales: el consumo no rival y la propiedad de exclusión. La primera se presenta en bienes o servicios que, cuando son utilizados o consumidos por una persona, impiden que otra pueda gozarlo. Los artículos de alimentación e higiene que diariamente compramos son eminentemente bienes privados, ya que el consumo de alguien impide que ese bien sea gozado por otra persona.
Por otro lado, la propiedad de exclusión se refiere a la capacidad del bien o servicio para evitar que sea consumido si el individuo que lo goza no paga por ese artículo. Por ejemplo, las protecciones de un país o ciudad carecen de la propiedad de no exclusión. Los faros de mar benefician a todos los barcos, la seguridad en una ciudad la disfrutan todos los que ahí se encuentran, los servicios de limpieza y el aire “limpio” que respiramos. Es difícil excluir o cobrarle solo a quienes los disfrutan.
Sin embargo, hay bienes y servicios que no tienen plenamente estas dos características; es decir, pueden en cierta medida ser excluyentes del consumo o no existe una rivalidad total. Tomemos el ejemplo de los caminos de cuota. Hace años, las vías no se saturaban y no se pensaba en cobrar. Llegó un punto donde estos caminos se saturaron o estaban por estarlo, además de gobiernos con poco dinero para construir nuevos. La teoría económica ayuda a explicar la asignación del precio.
Si a un determinado monto la demanda es tal que continúa saturada la autopista, al subir el precio disminuirían las personas que la utilizan y esto a su vez permitiría una circulación adecuada. Esto no implica un juicio de valor sobre el beneficio para la población en términos sociales ni define el fin de los recursos recaudados, pero deja una pregunta: ¿estaría dispuesto a un aumento en el precio para disfrutar de una menor saturación sobre todo en días de asueto?