Nace en Galapagar en Agosto de 1975, hijo de Isabel Martín y José Tomás Román, inicia en México, a principios de los noventa, una de las trayectorias más destacadas y sobresalientes dentro del toreo mundial de todos los tiempos, basada en gran medida, por emular la gloria de su gran ídolo Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”.
El fenómeno “José Tomás”, que el pasado fin de semana tuvo su más reciente capítulo en Granada, necesariamente tiene que verse desde dos perspectivas diferentes.
La primera, el impacto económico que representa el mover a esa gran masa de seguidores que acuden de manera fiel al llamado del diestro, reflejando importantes ingresos monetarios a las arcas de la empresa, a las de la misma ciudad y por supuesto a las del llamado “Príncipe de Galapagar”.
El impacto económico que se vio reflejado en esa bella ciudad andaluza, conmocionó de sobre manera tanto a hoteles como a restaurantes disparando los costos reales de estos servicios ante la gran demanda ocasionada por los miembros de la “Secta Tomasiana”.
Excelente visión mercadológica y comercial la de José Tomás y la empresa, independientemente de cuál haya sido el acuerdo interno entre ellos. El objetivo se cumplió, la plaza llena hasta la bandera y por ende jugosa bolsa para ellos.
Sin embargo, existe otro factor importante, ¿en que se beneficia a la fiesta de los toros en su esencia, la forma en que se dan estas esporádicas actuaciones del diestro?.
No en mucho pienso yo, porque la selección de fechas, plazas, ganadería (tipo de toro), alternantes y prensa son minuciosamente seleccionadas y aprobadas por José Tomás, todo ello enfocado a que la puesta en escena garantice todo un espectáculo, tal y como sucedió en “La Monumental de Frascuelo”, saliendo a hombros tras cortar 6 orejas y un rabo.
No se cuestiona la calidad, valentía, técnica y arte de este torero, inclusive tampoco la forma en que se maneja últimamente, ya que su trayectoria avala de sobra esta postura.
Sin embargo, lo que se debería de cuidar es el tipo de toro que se lidia en estas tardes y lo cómodo que es actuar sin la presión de un alternante de nivel. Cubriendo estos dos factores, el Príncipe de Galapagar podrá torear cuando lo crea conveniente y sus triunfos realmente serán valorados por todos los aficionados y no solo por sus innumerables seguidores.