Laura Casados
El mundo de la belleza y del modelaje ha sido durante muchos años una situación puramente elitista en la que, si no se cumple con ciertos estándares como altura mínima de 1.70 metros y medidas de 90-60-90, es prácticamente imposible formar parte de, lo cual afortunadamente se ha visto que es erróneo y que con cada época que ha pasado se ha transformado.
Me permitiré contarles acerca de algo que viene muy relacionado al tema y que, además de apasionarme, me llena de orgullo el poderlo platicar; es acerca de mi vida como modelo profesional. Déjenme decirles que al principio mis seres queridos pensaban que únicamente sería un capricho y que pronto lo dejaría, pero afortunadamente esto se ha convertido en un estilo de vida para mí.
Siempre he considerado que lo mejor que la vida te puede dar son retos constantes, para estarse superando y demostrar tanto a ti como a los que te rodean que los límites únicamente se encuentran en tu pensamiento y más en cuestiones de la discapacidad, ya que aparentemente son muchas más las carencias que se tienen, pero depende al 100 por ciento de la persona el cómo las tome si a su favor y llevarlo al aprendizaje o en contra y tener justificación para decir: “No puedo; ayúdame”.
El pasado fin de semana, tuve la oportunidad de participar dentro de una pasarela con diseñadores reconocidos, en donde me sentía muy contenta por haber sido elegida para ser parte de, pero de igual manera preocupada, ya que sabía que no sería nada sencillo el poder destacar, pues se tenía muy bien establecido el tipo de perfil que se buscaba para aspirar a modelar alguno de los diseños. Por un lado, se comprende esta parte, porque obviamente lucen mejor en alguien mucho más alto y con mejor cuerpo, pero en donde queda la parte de “no hacer notar las diferencias y quedarse con la capacidad de la persona y no con el físico”, y que de igual manera, es de suma importancia la técnica y la proyección que puedas reflejar.
Así que con esa gran ventaja me quedo, y que tal vez en esta ocasión no pude sobresalir de la manera que me hubiera gustado, pero al menos pude ser vista y demostrar que queriendo se puede lograr cualquier sueño que puedas tener.