Querida lectora, las palabras son poderosas, hermosas cuando son de amor, dolorosas cuando son de odio. El mismo Jesús decía que no es lo que entra sino lo que sale por la boca lo que mayores daños causa. La palabra, suceso que ahora nos convoca en su advocación escrita, es enrome poder, controlar la lengua, educarla para que la glosa sea siempre positiva y con frecuencia amorosa es, a final de cuentas, el mayor reto de cualquier persona. Viajar siempre empieza con palabras, termina los tuyos compartiendo tus viajes en esta comunidad, ya verás que emocionante es cerrar el círculo.
El bien hablar es el bien viajar, lo dicen los expertos, van dos historias en primera persona de querida lectoras sobre el tema
- Escucha salvadora. Estábamos en el barrio de Palermo en Buenos Aires, llegamos caminando distraídamente y estábamos buscando como alejarnos, pero con calma. De repente vimos un pleito de pandillas, así que nos metimos a un pequeño café. La señora que atendía empezó a platicarme. Yo soy una mujer que acostumbra escuchar con atención, y más cuando estoy de viaje. Ella no paraba de hablar y de llorar platicando muchos detalles de su vida. Después de una hora, nos despedimos, ella me abrazó con tanto cariño que aún recuerdo la sensación. Ya orientados caminamos rumbo al hotel, al llegar le platicamos al encargado y sorprendido nos dijo que en esa zona no había ningún café, ni nada parecido que seguro habíamos entrado a una casa y que realmente era un milagro que no nos hubieran robado hasta los zapatos.
- Pastores belgas. Yo también le hablo a mi perra, pero nunca más de una o dos frases. Estaba en un parque de Lovaina, Bélgica, había llevado a “Fifi” (desde niña mis perras se llaman así). Me la traje de Jalapa, no quise separarme de ella durante los dos meses de la estancia de mi marido en la Universidad. De repente un macho le empezó a ladrar mucho a Fifi, llego corriendo una señora muy belga y le empezó a hablar a Fifi como si fuera una persona y en lo poco que entendí le estaba presentando a su perro dándole detalles del canino abolengo, como ya estaba resultando incómodo le tuve que decir en mi escaso pero correcto francés: disculpe ella solo habla español.