Una variable que no podemos descartar dentro de las ciencias jurídicas es el cambio constante. La racionalidad con la que resolvemos nuestros problemas cotidianos requiere una lógica y una técnica legal diametralmente distinta a la que teníamos, por ejemplo, en 1970.
¿Quién habría imaginado que, en la estructura orgánica de los gobiernos, se contemplaría la creación de una policía cibernética para el combate e investigación de los delitos que se cometen vía web? Evidentemente somos parte de un advenimiento cultural que no solo considera tendencias tecnológicas, sino también individuos, grupos y poblaciones emergentes.
¿Esto qué significa? Se traduce en que tenemos que tutelar la aplicación de los principios constitucionales en la defensa de todos aquellos sectores que, en tiempo presente, sufren o enfrentan escenarios de discriminación en razón a lo establecido por los derechos humanos reconocidos por nuestro país y la legislación respectiva de orden internacional.
Esta es la razón por la que los congresos locales y el sistema bicameral federal han procurado promover iniciativas de ley en un sentido incluyente; cabe recalcar que aún existe resistencia política y social sobre ciertos temas, que ya tienen una interpretación y mandato de acuerdo al pronunciamiento de tribunales extranjeros con jurisdicción en México.
Dentro de la obra magistral ‘El príncipe’, atribuida al estadista Maquiavelo, se dilata la conclusión de que el gobernante que hereda su calidad de autoridad no necesita una asesoría sobre la administración de su pueblo, ya que ha crecido dentro de la formación de una familia que ha delegado por generaciones. Quienes sí necesitan un consejo acertado son los que han conquistado y nunca han ejercido las funciones de dirección gubernamental. En ello recae la importancia de que en la alternancia del poder se cuente con un cuerpo consultivo sobre las acciones a emprender, tomando como premisa que las necesidades se van reformando y hay privilegiar la igualdad de la persona.
La experiencia de otras soberanías, los foros abiertos y el diálogo con representantes, abonan a la construcción de una agenda constructiva que garantice una concepción integral.