¿Hasta dónde puede llegar el amor de un familiar, y a partir de qué momento se transforma en miedo e inseguridades de uno mismo que le inyectamos a la persona?
Como persona con una discapacidad, a lo largo de mi vida he aprendido que si quieres lograr algo por más pequeño que sea, tienes que estarlo demostrando constantemente, ya que ni siquiera tú mismo te creerás que eres capaz por la misma presión social, que inicia desde nuestros hogares a muy corta edad, y que muchas veces con quienes más debemos de luchar es con la familia misma, ya que, como bien sabemos, la discapacidad es en cierta forma algo desconocido.
En días pasados, una persona muy querida y allegada a mí me hizo un comentario que realmente me dolió en lo más profundo de mí ser. Para esto yo estaba muy feliz por el nacimiento del hijo de unos amigos que de igual manera son personas de talla baja al igual que yo, y le comenté a esa persona que me hacía muy feliz esa noticia y que ojalá muy pronto pudiera vivir esa experiencia; a lo cual su respuesta fue “siempre haré todo lo posible por persuadirte de no querer tener hijos, porque ¿para qué quieres traer a sufrir a alguien?”.
Honestamente, yo en ese momento lo sentí muy ofensivo y me dolió de sobremanera esa forma de pensar acerca de mi condición, como si fuera lo peor que me pudo haber pasado. De igual manera, cabe señalar que con anterioridad le había comentado que el poder ser madre era un de mis sueños más grandes por realizar desde hace ya varios años y el hecho de que se me señale a causa de mi condición y que se siga creyendo que la discapacidad es igual a sufrimiento, dolor y problemas me causa mucha impotencia y frustración, y más viniendo de alguien tan cercano.
Todos en esta vida tenemos derecho a decidir si queremos o no ser padres, no importando nuestra condición. Es claro que, como padres, es de suma importancia mostrarles a sus hijos con actividades vivenciales lo que significa el ser papás y las responsabilidades que esto conlleva, para saber si realmente es su vocación y está dentro de sus posibilidades, pero jamás decirles no puedes por tu discapacidad, porque de esta manera estás cortando sus alas y su derecho a dar vida a otro ser.