Atacaron al amanecer y dejaron un rastro de sangre y trozos de cuerpos.
Fueron seis o siete los perpetradores. Uno se cruzó tranquilamente con el auto de Annett Hertweck, mientras esta conducía a alta velocidad por el camino del bosque en dirección a la escena de la masacre cerca de Förstgen, un pueblo en el este de Alemania. Entonces vio los cuerpos. Decenas de ellos.
“Fue horrible”, afirmó.
Los culpables eran lobos, descendientes de especímenes polacos. Las víctimas eran ovejas, 55 para ser exactos.
Estuvo extinto durante casi un siglo, pero el malo más famoso de los cuentos de hadas alemanes ya está de regreso.
Los lobos llevan años atravesando la frontera con Polonia y poco a poco se han establecido en las zonas rurales de Alemania. Solo hay unos cientos de ellos.
Pero, por como lo cuentan algunos políticos, pareciera que el país está al borde de una invasión. Además, la forma en que hablan de los lobos es muy parecida a la manera en que hablan de los inmigrantes, lo cual ha hecho que este animal se convierta en un objeto de terror, y el debate en una alegoría de las guerras culturales en efervescencia: entre las élites urbanas y los habitantes rurales rezagados; entre el oeste y el este.
También entre aquellos que les dan la bienvenida a los lobos (y a los inmigrantes) y aquellos que les temen.
“El lobo polariza, toca algo muy profundo en nosotros”, dijo Hertweck, quien administra una reserva de la biósfera con 500 ovejas y se describe a sí misma como “prolobos”.
“El lobo es el chivo expiatorio perfecto de nuestros tiempos”, añadió, pues se le ha etiquetado como un extranjero criminal “con colmillos en lugar de cuchillos” y al que “protegen las élites”.
En el hogar de los hermanos Grimm, donde el lobo feroz ha estado en las pesadillas de los niños desde hace generaciones, ahora también está presente en los manifiestos electorales populistas.
Cuando Karsten Hilse (un legislador del este perteneciente al partido antinmigrantes y antilobos, Alternativa para Alemania, o AfD por sus siglas en alemán) habla sobre lobos, parece como si estuviera hablando de inmigrantes. Y a veces sí es así.
“Hay muchos paralelismos entre el asentamiento de los lobos en Alemania y la crisis de refugiados”, declaró Hilse en un debate parlamentario el año pasado.
La llegada de 1,2 millones de inmigrantes desde 2015 ha tenido como consecuencia “violaciones, asesinatos, ataques a las fuerzas del orden”, sostuvo Hilse, y añadió que la mayoría de los migrantes subsisten gracias a la seguridad social alemana. “Igual que los lobos”, dijo, quizá en alusión a los subsidios públicos para las medidas de protección de los lobos y las compensaciones que se pagan cuando estos matan animales de granja.