Nadie está a favor de la tala de árboles como un fin en sí mismo. Existen razones tanto para conservar dichos árboles como para removerlos, por lo que la planeación urbana debe balancear sus costos y beneficios para el bien presente y futuro de la ciudad.
Desde una perspectiva ética transhumanista, los árboles son seres vivos y tienen muchos de los derechos que tenemos los humanos. De hecho, es posible reconocer el daño – directo e indirecto – que se le está afligiendo a otros seres no-humanos. Esta visión ha desembocado, por ejemplo, en el otorgamiento de derechos legales a ríos en India, Nueva Zelanda y Colombia.
Los árboles desafortunadamente se quedan cortos como agentes de lucha contra el cambio climático. Para otorgar estos beneficios, los árboles urbanos deben ser parte de una biomasa continua a mayor escala. Por esto, se debe abogar por más áreas verdes urbanas, servicios ambientales naturales y áreas de conservación.
De igual modo, los árboles pueden contribuir a la resiliencia urbana – mitigando los efectos perniciosos de inundaciones, erosión del suelo e islas de calor – si son parte de una red ecosistémica. Así, se debe exigir que todas las calles no sólo se adornen con bellas jacarandas, sino que cuenten con humedales, vegetación rastrera y pavimentos permeables.
Aún con estas premisas ecológicas, el beneficio más notorio de los árboles urbanos es que promueven la movilidad sostenible. Si bien a veces es necesario quitar árboles para acomodar sistemas de transporte público eficientes, también se justifica plantarlos para el funcionamiento de otros sistemas de movilidad. Está comprobado que una calle con árboles promueve la seguridad vial al incentivar bajas velocidades de traslado. También se sabe que los árboles proveen sombra, confort térmico y psicológico, propiciando la caminata y el pedaleo. Incluso hay estudios que argumentan que los árboles, ¡se correlacionan con mayores ventas comerciales y menor delincuencia!
Procuremos árboles urbanos en nuestras calles porque sí, es agradable verlos desde el parabrisas, pero más que nada porque nos convienen.