El desarrollo de la crisis venezolana ha servido para mostrar el papel decadente de los medios de comunicación tradicionales y el crecimiento de las redes sociales (léase mejor fecales), que ayudan a aumentar el caos informativo de acuerdo a los intereses económicos en juego.
En ese orden de ideas hay verdades tan ciertas como que el 16 de abril llegaron las primeras ayudas humanitarias al país toda vez que los hospitales y clínicas se quedaron sin medicamentos e insumos llevados por la peor crisis económica de su historia, que incluye el deshonroso honor de tener la mayor inflación del mundo sumada a una corrupción en todos los niveles.
Gente buscando alimentos en la basura o emigrando a raudales, especialmente a Colombia llevando con ello sus lastres sociales y ahogando a los hospitales, especialmente los de la zona de frontera, en una grave crisis porque no estaban preparados para enfrentar la situación que enfrentan y abandonados por los organismos internacionales y el gobierno nacional a su suerte.
También es muy cierto que Juan Guaidó, quien fue elegido presidente de la Asamblea Nacional de mayoría opositora, el 5 de enero es un producto publicitario creado por Estados Unidos para hacernos creer que es el mandatario ideal para gobernar al país.
Antes de ese momento se podría decir, que Guaidó era un ilustre desconocido para la mayoría de los venezolanos.
También es muy cierto que la presencia de Rusia en Venezuela tiene un solo objetivo y es proteger el dinero invertido por su empresa Rosneft para velar por la recuperación del sector petrolero venezolano y no por ninguna otra razón, además sí ello ocurre también podría perder su influencia en países como Cuba, Bolivia y Nicaragua, entre otros.
Se dice que Diosdado Cabello está preparando el camino para una retirada decente de Nicolás Maduro y asumir el gobierno para proteger sus intereses y la de sus amigos, pero que incluiría una apertura política que conllevaría a un acuerdo con la oposición, pero esto solo el tiempo lo confirmará o no.