Colombia está contra las cuerdas porque se puso de alegre a comprar un pleito de Estados Unidos y Venezuela y ahora vive las vicisitudes propias de un país que no puede enfrentar con solvencia sus propios problemas y debe resolver resolver los que aparecen a diario cuando intenta salir de un conflicto interno de más de 50 años.
Hacer suya la contienda entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; y el dictador venezolano, Nicolás Maduro; fue un suicidio y esta pagando caro ese error, por cuanto la migración venezolana por la creciente crisis no se detiene y lo peor es que sigue creciendo.
Los hospitales están a punto de colapsar porque es multimillonaria la deuda que tiene el Gobierno por la atención que le prestan a los extranjeros que llegan buscando y exigiendo atención inmediata por cuanto sufren enfermedades terminales o llegan en los últimos meses de un embarazo precoz que se ha complicado porque no tuvieron los controles adecuados por la falta de medicamentos y atención médica.
También se da el caso de que algunos de los migrantes llegan con enfermedades que hace tiempo no se observaban como el sarampión. A lo anterior se agrega el hecho de que se les ofrece educación y transporte gratuito en todos los niveles.
Los estudiantes de primaria reciben alimentación gratuita lo que implica una erogación alta que tiene de los pelos a las autoridades que antes a duras penas cumplía con los nacionales y ahora tiene que hacerlo también con los foráneos.
Pero ahí no para todo, la migración ha traído también un problema social porque entre los que llegaron se mezclaron individuos que por naturaleza buscan en conseguir recursos de cualquier manera, incluso por la vida ilegal y han conformado bandas para vender drogas, secuestrar, extorsionar y ser contratados como sicarios lo que ha provocado enfrentamientos con las locales.
En conclusión, la ayuda internacional para mitigar la crisis no se observa en la medida que se esperaba y se podría presentar un problema de orden social de gran magnitud.