Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las mentiras descaradas y las que dicen los republicanos sobre el sistema de salud.
Sí, ya sé que no es ninguna novedad que los políticos (algunos más que otros) digan algo que pueda prestarse a malinterpretaciones. Según la cuenta que lleva Daniel Dale, del periódico Toronto Star, hasta el lunes por la mañana Donald Trump había hecho 4682 declaraciones falsas desde que se convirtió en presidente.
Pero me atrevo a decir que las afirmaciones del Partido Republicano acerca del sistema de salud son especiales, por varios motivos. En primer lugar, son mentiras intencionales, simple y llanamente, no solo aseveraciones dudosas o declaraciones erróneas que puedan justificarse por ignorancia o por alguna malinterpretación. En segundo lugar, son repetitivas: los republicanos ni siquiera hacen el esfuerzo de inventar distintas afirmaciones falsas, sino que se conforman con repetir unas cuantas mentiras hasta el cansancio. Por último, insisten en hacerlo con todo y que ya desde hace mucho tiempo nadie les cree.
Es necesario explicar más a fondo este síndrome, y prometo hacerlo más adelante. En este momento, quisiera empezar por señalar las características que distinguen a las mentiras del Partido Republicano sobre el sistema de salud y las colocan en una clase aparte.
Para empezar, como ya dije, no son solo aseveraciones dudosas. Cuando los funcionarios del gobierno de Donald Trump insistieron en que el recorte fiscal de 2017 daría pie a una década de crecimiento milagroso, lo hicieron sin ningún fundamento económico y aunque había pruebas acumuladas a lo largo de décadas que los contradecían. Sin embargo, esa aseveración podría catalogarse como una predicción, no un hecho declarado, así que quizá podríamos darles el beneficio de la duda (siendo muy generosos) y creer que en realidad estaban convencidos de lo que decían.
En contraste, Mick Mulvaney, el jefe de Gabinete interino de la Casa Blanca, apareció en televisión el domingo y afirmó que “todos los planes” que Donald Trump ha presentado “cubrían las enfermedades preexistentes”. Esa es una total y absoluta mentira.
La Oficina de Presupuesto del Congreso, en su evaluación sobre el proyecto de ley de reforma de salud de los republicanos, que habría ocasionado que veintitrés millones de personas perdieran su cobertura y se habría autorizado si John McCain no hubiera votado en contra, subraya: “Las personas menos saludables (tanto quienes sufren enfermedades preexistentes como quienes adquieren enfermedades nuevas) ya no podrán adquirir seguros individuales de salud con cobertura amplia mediante el pago de primas comparables a las que permite la legislación actual, si acaso pueden comprarlos”.