El presidente de Estados Unidos sugirió la semana pasada que sus seguidores políticos podrían recurrir a la violencia si no obtienen lo que quieren.
La declaración pareció pasar casi inadvertida. Supongo que oyeron mucho más sobre el escándalo de las admisiones a las universidades que sobre la amenaza de violencia fuera de la ley del presidente. Así que permítanme decirles algo más sobre esa amenaza.
En una entrevista en el Despacho Oval con escritores del sitio web de noticias Breitbart, que se inclina hacia la derecha, el presidente Donald Trump comenzó a quejarse de Paul Ryan. Como presidente de la Cámara de Representantes, Ryan bloqueó los esfuerzos de otros representantes republicanos para citar e investigar a personas de la izquierda política. Los aliados leales de Trump en la cámara baja “querían aplicar una mano más dura”, dijo Trump, “pero el liderazgo no se los permitió”.
Para Trump, el incidente fue parte de un problema mayor: “Saben, la izquierda juega más rudo. Es muy curioso. En realidad, me parece que la gente de la derecha es más dura, pero no juegan más rudo. ¿Me entienden? Les puedo decir que tengo el apoyo de la policía, el apoyo del Ejército, el apoyo de Bikers for Trump. Tengo en mi bando a gente ruda, pero no ejercen su fuerza hasta que llegan a su límite, y entonces las cosas se ponen muy mal, muy mal”.
Esta no fue la primera vez que Trump ha musitado algo sobre la violencia, por supuesto. Ha hablado sobre “gente de la Segunda Enmienda” que evita el nombramiento de jueces liberales; ha alentado a la policía a estrellar la cabeza de los presuntos culpables contra los toldos de los automóviles; ha sugerido a sus seguidores que “hagan pomada” a los que interrumpan con preguntas. En un mitin poco después de la elección de 2018, dirigió la misma cantaleta a Bikers for Trump y el Ejército.
Estoy muy consciente de los varios intentos para disculpar su comportamiento con el argumento de que no tiene nada de malo porque así es como habla él. No hay que interpretarlo al pie de la letra. Otros republicanos lo mantienen a raya. Sus discursos y tuits en realidad no importan.
Pero sí lo hacen. El continuo estímulo a la violencia –y el nacionalismo blanco– del presidente es parte de la razón por la cual la violencia del nacionalismo blanco está en aumento. Es curioso cómo funciona.
Después de la última amenaza de Trump, busqué a varios expertos en democracia y autoritarismo para preguntarles su opinión. Sus respuestas coincidieron: no, Estados Unidos no parece estar en riesgo de una violencia política generalizada en el futuro próximo, pero las palabras de Trump siguen corroyendo la democracia y la seguridad pública.
David Leonhardt