Nicholas Kristof
El presidente Donald Trump afirmó en junio que había acabado con la práctica de separar a las familias inmigrantes en la frontera sur del país. “Vamos a dejar juntas a las familias”, dijo en una declaración desde el Despacho Oval.
Señor presidente, le presento a Clemente y a su hija Wendy, quienes huyen de la violencia de las pandillas en Guatemala. Hace seis meses, su Gobierno los separó.
Estas separaciones familiares, que siguen realizándose, pero menos que antes, son un ejemplo de la verdadera “emergencia” que hay en la frontera, aquella que también incluye el abuso físico y sexual de niños inmigrantes que están bajo custodia del Gobierno de Estados Unidos, así como el engaño sistemático por parte de Washington.
La paradoja es que al parecer la cruel política de Trump que tenía el objetivo de desalentar a los inmigrantes desesperados fue contraproducente; aparentemente el furor que causó dicha política atrajo la atención sobre la posibilidad de emigrar. El resultado ha sido un auge de familias centroamericanas que se trasladan a Estados Unidos, por lo que ahora el número de personas que cruza la frontera es mucho mayor que hace un año.
Clemente, de 34 años de edad, es de un pequeño pueblo guatemalteco. No quiere dar su apellido por todo lo que vivido a manos del Gobierno de Estados Unidos. No hay manera de verificar partes de su historia, pero personas que trabajan con inmigrantes dicen que es verosímil.
Una pandilla en Guatemala asesinó a su primo; el año pasado apuñalaron al padre de Clemente y le advirtieron: “Ahora te toca”.
Asustado, Clemente huyó con su hija mayor, Wendy, que entonces tenía 15 años, y dejó a su esposa y a sus otros cinco hijos, más pequeños, pues creía que los pandilleros no les harían daño. Temía que secuestraran a su hija mayor, una estudiante excelente a la que le encantan los libros, y ese pensamiento era algo que no podía soportar.
Atravesaron México sin ningún percance grave, vadearon el río Bravo y se entregaron a los oficiales de la Patrulla Fronteriza, solicitando asilo. Eso fue el 20 de agosto, dos meses después de que Trump declaró que había acabado con la política de separar a las familias.
The New York Times