Paul Krugman
Para millones de estadounidenses con hijos, la vida es un acto de malabarismo continuo y desesperado. Deben trabajar durante el día, ya sea porque son padres solteros, o debido a que las décadas de estancamiento salarial obligan a ambos padres a trabajar para llegar a fin de mes. Sin embargo, el cuidado infantil de calidad es inasequible o inaccesible.
La cuestión es que no debería ser así. Otros países ricos cuentan con sistemas nacionales de estancias infantiles o subsidian el cuidado infantil para que esté al alcance de todos. Ni siquiera es tan caro. A pesar de que otros países avanzados gastan, en promedio, tres veces más que nosotros para ayudar a las familias –hasta ahí llegan nuestros tan ensalzados “valores familiares”– sigue siendo una parte relativamente menor de sus presupuestos. En específico, cuidar de los niños es mucho más barato que proveer servicios médicos e ingresos para el retiro de los adultos mayores, lo cual hasta Estados Unidos hace.
Además, el cuidado de los niños no solo les ayuda a crecer para convertirse en adultos productivos. También tiene beneficios económicos inmediatos, como ayudar a los padres a mantenerse en la fuerza laboral.
Durante los últimos 20 años, la edad laboral productiva entre las mujeres estadounidenses se ha rezagado todavía más en comparación con el resto del mundo avanzado. En este momento, estamos muy por debajo incluso de Japón y la falta de cuidado infantil probablemente sea una de las principales razones.
Así que el cuidado infantil debería ser una parte importante de la agenda progresista. Hillary Clinton tenía un plan serio en 2016, pero los medios noticiosos estaban demasiado ocupados obsesionándose con los correos electrónicos para prestarle atención. Si me preguntan, a la nueva propuesta de Elizabeth Warren no se le está dando tanta atención como debería.
La propuesta de Warren es el tipo de iniciativa que, si se promulga, cambiaría millones de vidas para bien, y eso podría suceder en el futuro próximo.