Hubo un gesto del Papa Francisco, en su reciente reunión con los representantes de los pueblos indígenas del mundo, que pasó muy desapercibido en las noticias. El Pontífice esbozó un programa para reconciliar las tradiciones indígenas con el mundo civilizado y así superar la crisis ecológica.
- Un reunión peculiar. El pasado jueves 14 de febrero, el Papa visitó la sede de la FAO en Roma. El Pontífice se reunió con un grupo de 38 delegados de 31 pueblos indígenas de América, África, Asia y el área Pacífico.
En su discurso, Francisco puso de manifiesto las aportaciones que pueden proporcionar las comunidades originarias para el cuidado del planeta, nuestra casa común.
- Aprender a dialogar con la tierra. Ahí mismo, el Papa destacó un aspecto de relación del hombre con la tierra, que quizá conocemos muy poco quienes vivimos en ambientes urbanos. Se trata del “diálogo” con la tierra.
Francisco explicó que “la tierra sufre y los pueblos originarios saben del diálogo con la tierra, saben lo que es escuchar la tierra, ver la tierra, tocar la tierra” y señaló que los pueblos indígenas “saben el arte del bien vivir en armonía con la tierra”.
- Un nuevo tipo de mestizaje. El Papa advirtió que “en el imaginario colectivo” existe el peligro de considerar a los pueblos civilizados “de primera” y a los pueblos así llamados originarios o indígenas “de segunda”.
Y advirtió que ese es “el gran error de un progreso desarraigado, desmadrado de la tierra”. Y entonces hizo una propuesta de que los pueblos civilizados dialoguen y reciban la sabiduría de aquellos otros pueblos: “Hoy urge un ‘mestizaje cultural’ donde la sabiduría de los pueblos originarios pueda dialogar al mismo nivel con la sabiduría de los pueblos más desarrollados”.
Epílogo. La actual crisis ecológica nos obliga a pensar de otra manera. Y aquí Francisco nos da una gran pista: dejar de ver la naturaleza como fuente de materias primas, para verla con la sabiduría de los pueblos indígenas, que han aprendido –durante siglos– el arte de tratar a la tierra con respeto y armonía, pues han entendido que los bosques, campos y ríos son “nuestra casa común”.