Se puede decir de muchas maneras: ‘el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones’; ‘en los detalles se encuentra el diablo’ o que ‘el infierno está lleno de buenos deseos’. Lo hemos comentado desde inicios de enero, el salario mínimo ayuda a las clases más bajas pero no puede ser visto como un triunfo, ya que en la práctica se puede convertir en una receta para el desastre.
En diciembre de 2018, el gobierno de México, a través de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y los líderes de las cámaras empresariales, salieron con la frente en alto para anunciar ‘el mayor aumento al salario mínimo en 35 años’.
Incluso, el alcalde de la lejana Matamoros manifestó que el aumento era histórico, mostrando su aprobación y minimizando el posible impacto del nuevo salario mínimo en la frontera.
Sin embargo, todos olvidaron la ‘Cláusula Agapito’. En 1981, el líder sindical Agapito González Cavazos logró que los trabajadores de Matamoros tuvieran una pago de 56 horas por una jornada laboral de solo 40. Además, la conquista sindical consiguió aumentar los salarios de los obreros de Matamoros en concordancia con el salario mínimo.
Hoy tenemos 40 maquiladoras de Matamoros en huelga solicitando un aumento salarial del 20 por ciento y un bono anual de 32 mil pesos. 40 mil empleos y la reputación de México en vilo. Todo por querer ayudar a los que menos tienen. Todo por tener buenas intenciones, ¿Se perdió más en la guerra?
China, India y Brasil se relamen los bigotes. Pueden llegar nuevas maquiladoras a sus países. Más dinero. Más trabajos que ni Matamoros, ni México quieren. El Gobierno Federal y local se echan la bolita.
Los dueños de las maquiladoras están molestos con México y voltearán a otros horizontes solo para huir de aquí. Les van a otorgar beneficios fiscales para que decidan salir de Matamoros. Así los negocios del mundo. 40 mil personas sin rumbo. Pero con el salario mínimo aumentado.
Ayer, Coca Cola de Matamoros entró en huelga.