La historia pesa sobre las Iglesias cristianas, divididas por cismas desde hace muchos siglos. Sin embargo, desde hace varias décadas las diversas confesiones se reúnen, cada mes de enero, para buscar la unión. ¿Qué se puede hacer hoy para recuperar esa unidad perdida?
- Un poco de historia. En 1908, el Padre Paul Wattson, ministro episcopaliano y cofundador de la Society of Atonement (Sociedad de la Expiación), instituyó un octavario de oración por la unidad de los cristianos, que se celebró por primera vez del 18 al 25 de enero de 1908, en el que participaron más de dos mil personas, católicos y episcopalianos.
- El problema de la división. La separación entre los cristianos de diversas confesiones, que en siglos pasados dio pie a guerras de religión en Europa, ha sido un factor para que muchas personas se alejen de la fe o no se acerquen a las Iglesias.
Por eso, las palabras de paz y de unidad de Jesús sólo serán creíbles, si los creyentes en Él somos capaces de superar las diferencias.
- Una meta: reconocer los dones del otro. Con motivo del octavario de este año, el Papa Francisco propuso ante los líderes de las diversas confesiones un consejo muy práctico: reconocer los dones que Dios ha dado a las diversas Iglesias.
Es una propuesta muy profunda, pues implica reconocer que Dios actúa en las diversas confesiones, mientras que muchas veces los fieles de cada Iglesia afirman que los miembros de las otras no son bendecidos por Dios.
Por eso, explicó el Papa que es “un grave pecado empequeñecer o despreciar los dones que el Señor ha dado a otros hermanos, creyendo que no son de alguna manera privilegiados de Dios”.
Epílogo. La unidad entre las Iglesias cristianas beneficiará a toda la sociedad, porque establecerá un gran vínculo de fraternidad y no de división entre los ciudadanos de un mismo país que afirman creer en Jesucristo.
Y esta unidad animará a que más personas adopten los valores cristianos, que son un recurso moral para vivir con ética y solidaridad, valores que hoy necesita la sociedad.