El 1 de enero de 2019 aumentó el salario mínimo de $88.36 a $102.68 pesos para la República Mexicana y de $176.72 pesos para la ‘Zona Libre de la Franja Norte’. Dicha medida derivó de un consenso entre el gobierno y cámaras empresariales de México. Sin embargo, ¿Realmente existe un beneficio en aumentar el salario mínimo?
Desde una lógica elemental, cualquier aumento al salario mínimo es positivo. Sin embargo, los únicos beneficiados por esta medida son los trabajadores que perciben ‘un salario mínimo o menos de dos’ por jornada de trabajo.
De acuerdo con información del INEGI, únicamente alrededor de 2 millones de personas con empleo formal perciben el salario mínimo por jornada laboral, lo cual representa el 5.7 % de las personas asalariadas en México y el 3.8 % de la población ocupada.
Por lo tanto -aunque positivo-, el aumento no ayuda en la economía de la mayoría de la población. Para este caso, debería debatirse la situación de los trabajadores que perciben más de tres salarios, ya que únicamente tienen como recurso negociar el aumento salarial con el patrón, atendiendo factores como: la inflación o la oferta y demanda del mercado laboral.
Incluso en términos reales, el aumento al salario mínimo no resulta lo suficientemente beneficioso para cumplir con lo establecido en la Constitución Mexicana (salario digno y remunerador). Desde un punto de vista económico, el salario mínimo resulta insuficiente para la mayoría de la población por la baja calidad de los empleos ofrecidos en México, lo cual solo puede mejorar con más educación, capacitación técnica y atracción de inversiones; no así con un aumento per se.
Adicionalmente, para mejorar los salarios de toda la población a un nivel aceptable, deberán debatirse aspectos de la subcontratación de personal (outsourcing); aunque útil e indispensable para la vida laboral de las empresas, en muchos casos, existen afectaciones directas al salario del trabajador en aras de reflejar un ahorro para el patrón.
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