La Rioja es una provincia española célebre por sus vinos, pero también representativo del declive poblacional que vive el país ibérico, a niveles de catástrofe muda, paulatina e irreversible.
En total, la provincia que cuenta con 174 municipios, no pasa de poco más de 315 mil habitantes. Reportajes recientes describen en detalle la vida de sus pueblos: cada vez más solos, prácticamente sin niños, con una población anciana de unas cuantas personas. Los negocios apenas si sobreviven, las escuelas cierran porque no hay alumnos y los contados jóvenes van a pasar ahí las fiestas decembrinas para retirarse a sus trabajos muy lejos, muchas veces del país.
En La Rioja pueblos enteros están casi vacíos y en muchos, como símbolo, hay más gatos que habitantes.
De la mano con los programas de planificación familiar aplicados masivamente desde la época de los años 70s, hoy la mayoría de los países viven las consecuencias: el despoblamiento, el envejecimiento de las personas y la carga cada vez mayor, en pensiones y servicios de salud, de ancianos. Como se sabe, el porcentaje apenas de reemplazo poblacional es de 2.1% de hijos por pareja en edad reproductiva; países como España, Grecia o Portugal tienen un futuro bien difícil, en cuanto son los de porcentaje más bajo de nacimientos en Europa.
Existen otros casos bien dramáticos, como el chino, en el que la política gubernamental de solamente permitir un hijo por pareja, condujo a situaciones límite, como la de que muy pronto habrá 400 millones de jubilados, la cuarta parte de la población total, o de que hay muchísimos más hombres que mujeres, o de que ahora que se permite un segundo hijo, nadie lo quiere tener. Han nacido menos de la cuarta parte de hijos que el gobierno calculaba.
Y estos ejemplos no son los peores. Países como Ucrania, Cuba, Alemania, Rusia, Grecia o Japón, de un total de 40 países, no sólo tienen bajo crecimiento poblacional, sino que ya llegaron a niveles de decrecimiento, cada año tienen menos habitantes. El futuro nos alcanzó.