La costumbre de los colombianos es adoptar lo malo para hacerlo tendencia, como pasa en el futbol, y la política no escapa a esa moda. En la última semana de 2018, fue hallado muerto en Bogotá el exsecretario de Transparencia entre 2013 y 2014, Rafael Merchán, quien sería testigo en el juicio de Luis Fernando Andrade, testigo del caso Odebrecht.
Las denuncias contra la firma brasileña giran en torno a irregularidades en contratos y presuntos sobornos dentro de un proyecto de construcción de la vía Ruta del Sol II, en el que estuvieron consorcios colombianos y Odebrecht entre 2010 y 2014, época en la que el interventor de la concesionaria Ruta del Sol, Jorge Enrique Pizano, comenzó a detectar irregularidades con los recursos de la obra.
Merchán es el segundo testigo del caso en aparecer muerto en menos de dos meses. El primero, a principios de noviembre, fue Jorge Enrique Pizano, víctima de un infarto. Tres días después, su hijo, Alejandro Pizano Ponce de León, murió envenenado con cianuro al beber de una botella que halló en el escritorio de su padre. Todo indica que el deceso de Merchán es producto de un suicidio, pero todavía no hay un concepto de medicina legal.
Pero eso no es todo; dos pasajeros venezolanos que hacían el trayecto Valledupar-Barranquilla fueron detenidos y acusados de portar, en una maleta, dos armas de fuego tipo fusil, calibre 5.56. A su vez, en Barranquilla, otro venezolano con antecedentes por homicidio y extorsión fue detenido.
Los extranjeros fueron acusados de estar involucrados en un posible atentado contra el presidente Iván Duque. En Venezuela, se dio la casualidad de que cada vez que los presidentes Hugo Chávez (q.e.p.d.) y Nicolás Maduro afrontaban o tenían un problema mayúsculo anunciaban atentados o invasiones fomentadas principalmente por los gobiernos de Colombia y de Estados Unidos y cabe la pregunta ¿será coincidencia?
Odebrecht, considerada la “mayor red de sobornos extranjeros”, salpicó a presidentes, expresidentes y diferentes autoridades de América Latina.