Charles M. Blow
Julián Castro en verdad quiere ser presidente.
Al menos eso quedó claro el jueves cuando me senté con él y su gemelo idéntico, Joaquín, para una entrevista mientras cenábamos en un restaurante de cortes en el centro de Manhattan.
Julián, quien se describe como progresista, es el exsecretario del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos y exalcalde de San Antonio, que anunció la semana pasada la formación de un comité presidencial exploratorio. Joaquín es congresista de Texas y sería el presidente de campaña de Julián.
Al comenzar la entrevista, Castro responde con cuidado casi hasta el punto de ser reservado. Se le puede ver haciendo cálculos en la cabeza, tratando de no exagerar una postura ni parecer demasiado categórico en algún tema que no ha considerado a fondo.
¿Se puede someter a juicio político a un presidente en funciones?
“Bueno, creo que eso ya lo veremos”. Después agrega: “Sé lo que espero. Espero que podamos hacer justicia”.
¿Cree que se debería someter a juicio político a Trump?
“Creo que el cerco se está cerrando cada vez más a su alrededor”.
Si usted fuera presidente y los fiscales intentaran procesar al entonces expresidente Donald Trump, ¿lo perdonaría como hizo Gerald Ford con Richard Nixon?
“Esa es una pregunta difícil. Me inclino a decir que no, que no lo haría, pero pienso que algo de eso depende de dónde estemos como país”.
Sin embargo, a medida que avanza la cena, se relaja y surge su facilidad para reírse. Hace a un lado el cuchillo y el tenedor que había estado usando para comer el pollo asado que ordenó y, en una movida que habría avergonzado a la experta en etiqueta Emily Post, pero que a mí me hace reír, lo levanta con las manos. Ahora se siente cómodo y este hombre me agrada: imperfecto, pero no impertinente. Humano. Cercano.
Hablamos de las posturas más bien de naturaleza demócrata estándar de Castro en los temas más importantes: está a favor de que se use el sentido común en la reglamentación de las armas, quiere revertir el recorte fiscal de Trump e implementar una estrategia multinacional en las cuestiones que impulsan los aranceles de Trump.