Si usted le pregunta a un niño(a) qué es Navidad para él(lla), en sus ideas predominarán los regalos y el tiempo de compras.
Para mí, la Navidad era convivir con mi familia, la cena, la piñata y el recibir familiares que no veía durante el resto del año.
La dinámica de la ciudad también cambia, se percibe un ambiente con menos estrés, más gente caminando y más niños en la calle.
Recuerdo los eventos que se dan en la calle, derivados de la tradición católica de las posadas. Para mí, una gran contribución para el beneficio del tejido social.
Algo tan sencillo como pasar una velada en compañía de sus vecinos ayuda a conocerse mejor, a estrechar lazos o a crearlos si no los hay, conocer quién vive junto a nosotros con quien compartimos “nuestra” calle.
Pongo “nuestra” entre comillas porque recuerdo que, durante mi infancia, en la colonia Prados del Mirador, los vecinos se apropiaban de la calle, haciéndola “nuestra” durante esa noche, cerrándole el paso a quienes no vivían ahí y permitiendo que los niños jugásemos debajo de la banqueta, en donde los autos normalmente son los reyes.
Esa dinámica se ha perdido, reemplazándola por convivencias en ambientes controlados, para que el automóvil no se detenga. ¿Se imagina usted una posada de aquellas en nuestros días?
La necesidad de prontitud que demanda el dinamismo social de hoy complica el cierre de las calles, pues habrá quienes no estén de acuerdo porque una posada le “estorbaría” para su paso de tres segundos en automóvil, las vialidades poco a poco se vuelven más peligrosas y ahora es riesgoso física y socialmente cerrar una calle para disfrute de quienes viven en ella.
La convivencia social moderna es distinta a la de hace 25 años, cuando yo era niño. Si bien no es posible ni correcto querer vivir la ciudad como la vivieron nuestros padres o nuestros abuelos. Vale la pena analizar cómo es el dinamismo urbano hoy.
Podríamos tal vez, como parte de la nueva tradición, disminuir las compras excesivas, comenzar a disfrutar del verdadero espacio público, no aquel que nos ofrecen para vendernos productos, sino de aquel que fue creado para simplemente convivir.
¿Qué le gustaría a usted que sus hijos recordaran de la Navidad que hoy viven?