Querida lectora, tus relajados ojos recorren con deleite estas líneas compartidas de una comunidad que crece en torno a esta sabatina reunión. Manda tus historias, reflexiones, visiones sobre turismo.
En esta ocasión, se imprimen las letras de una querida lectora que plasma magistralmente una experiencia en Jaipur, ciudad rosa del Rajastan, norte de India. Tan sabrosa narración que es la única de hoy, no como la acostumbrada tercia. Venga, disfrútala.
- Imaginación desbocada. Sentada en la escalera de mármol observo la majestuosa cima inalcanzable desde el palacio de Jaipur. Las explicaciones van y vienen, mientras yo me siento detrás de la celosía mirando por un pequeño hueco y pensando cómo sería la vida de las concubinas que miraron a través de esas mismas ventanas. Mi imaginación vuela.
- El Sultán lo tiene todo.Los sirvientes mojan los lienzos con agua fresca para mantener una agradable temperatura mientras el resto de India vive bajo cincuenta grados de calor. El Sultán permanece fresco e inalterable practicando las sagradas lecciones del Kama Sutra con las concubinas de turno. Las cúpulas brillan con sus minúsculos espejos, cegando a las mujeres, quienes por unos afortunados momentos, quedan privadas de la vista y de contemplar la regordeta y grotesca figura del dueño de su vida.
- El Sultán cornudo. Gobernante y amo absoluto, ocupa parte del día pensando en sus concubinas, hermosas y cautivas. La otra parte del día la pasa gozando los masajes de aceites mágicos con propiedades de relajación que sus mujeres aplican por su cuerpo esperando que el sueño lo invada pronto y puedan visitar a sus otros hombres, los que las observan desde el otro lado de la celosía. Esperan con ansias que les perturben los sentidos y las embriaguen de baile, música, baños de vapor y placeres. Al Sultán lo mata la incertidumbre. Presiente que algunas de ellas desean otra vida, desean salir de allí.
Sentidos saturados. Agotada de tanto sentir, salgo al patio central, me asomo por una gran ventana ojival, me recargo en el mármol. Miro hacia abajo. La ciudad bulle a la distancia, un ruido sordo llega desde lejos. Estoy exhausta, no puedo más, necesito descansar.