Se acercan las fiestas guadalupanas, y con ellas una serie de tradiciones propias de los pueblos y de las ciudades que son irrepetibles por sus propias características y por sus formas culturales, sociales y lógicamente religiosas. En nuestro estado de Querétaro, para ser específico en la ciudad de San Juan del Río, existe una hermosa tradición que se remonta desde hace 70 años popularmente denominada como Los Farolitos. No es otra cosa más que una hermosa peregrinación en la tarde del día 11 de diciembre, cuando la característica principal son los farolitos que alumbran el transitar de quienes participamos en esta caminata para llegar a los pies de la bella imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que se encuentra en el actual Santuario dedicado a ella en esta hermosa ciudad.
La tradición se remonta hasta el año de 1948, cuando los sanjuanenses de aquel tiempo habían preparado la coronación de la Virgen de Guadalupe, misma que se realizó el 19 de enero de 1949, y el primer acto que se efectuó para tal propósito fue presentar la corona y el cetro que serían entregados a la Virgen. Este hecho hizo que se preparara una peregrinación que salió de la antigua Hacienda de La Venta en las afueras de la ciudad y que fue el lugar en donde se realizó la ceremonia de la coronación; caminaron por toda la antigua calle Real hasta llegar a la antigua parroquia de San Juan Bautista, hoy Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe, en donde se mostraron al pueblo las bellas joyas que serían utilizadas en la ceremonia mencionada.
Esta bella idea surgió del entonces vicario parroquial de San Juan Bautista, el padre Manuel Pérez Esquivel, quien se la comunicó al párroco de la ciudad, el padre Francisco Paulín Gómez, quien gustoso la acepto y la puso en marcha. Como recuerdo de este acontecimiento se realizó el año siguiente el mismo recorrido, y viendo la cantidad de personas que participaban, se decidió que cada año se repitiera y que se perpetuara como recuerdo del inicio de los festejos de la coronación de la Virgen de Guadalupe. Así fue como nació hace 70 años esta hermosa tradición sanjuanense.
La característica principal de la peregrinación es que los asistentes deben portar un farolito, realizado de manera artesanal o con características que lo conviertan en una muestra de una devoción a la virgen. Hace mucho tiempo veíamos todavía los faroles realizados con carrizo, papel de china y una vela en su interior. Hoy vemos los realizados con plástico, con cristal o con otros elementos, pero que siguen manifestando la devoción de un pueblo a la Virgen del Tepeyac. Esperamos que esta tradición sea más difundida y que año tras año aumenten los participantes a la misma como una expresión de fe del pueblo de San Juan del Río.