¿Por qué se tiran cada año más de 60 billones de dólares del presupuesto de proyectos de tecnología en Estados Unidos? Veamos las cinco razones que encuentran en su estudio Grenny, Maxfield, and Shimberg y que son relevantes para evaluar si nuestros proyectos han superado estas barreras.
En primer lugar se planea con datos irreales. Los objetivos y parámetros son difícilmente alcanzables desde un principio. A esto le llaman ‘fact free-planning’.
En segundo lugar, los proyectos no cuentan con el apoyo de las cabezas de la organización y terminan siendo proyectos que ante dificultades se les complica solucionarlas por falta de decisiones de alto nivel.
En tercer lugar, el equipo ejecutor termina enamorado del proyecto mucho más que buscar como objetivo el resultado propuesto. No solo es cuando muchos involucrados solo ven un trabajo o ‘chamba’ y no están comprometidos; por el contrario, su compromiso es alto, pero pierden la brújula del fin último.
Cuarto, cuando el equipo de trabajo tiene una preocupación mayor por terminar en la fecha acordada que evitan evaluar los riesgos en cada etapa y detenerse a mitigarlos. La sensación de terminar rápido se impone ante la urgencia de atender pequeñas alertas.
Por último, cuando los líderes abandonan al equipo operativo descuidando su papel de coordinación y soporte ejecutivo. Estos proyectos se tornan riesgosos y de baja importancia para toda la organización.
En las organizaciones, escuchamos al inicio de cada proyecto que se comprometerán con estas prácticas, pero la evidencia que dan en este estudio publicado por la MIT Sloan Management Review nos muestra la impactante cifra de al menos 66 % de proyectos fracasados.
Adicionalmente encontraron que más de 66 % de los proyectos terminaron con mayores presupuestos, mayores tiempos y menores especificaciones. Piense usted, ¿en cuántos proyectos participó que fracasaron por una o varias de estas razones? Ahora dígame, ¿vale la pena observar estas alertas para evitar desperdiciar millones?