Este domingo la iglesia católica declara santos a siete beatos que por sus virtudes merecen llegar a la gloria de la santidad reconocida aquí en la tierra; de estos beatos destacan dos por su vida y por lo que realizaron en el entorno en que se desarrollaron: el Papa Pablo VI y el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero Galdámez, el primero de ellos sumo pontífice de la Iglesia Católica y el segundo Arzobispo de San Salvador en Centro América quien fuera asesinado por odio a la fe.
Los dos personajes representan momentos importantes en la vida de la humanidad y de la iglesia católica, sobretodo en aspectos relevantes como lo fue la defensa de los inocentes, la escucha de los necesitados y la predicación de la doctrina cristiana. Los dos personajes para muchos han sido polémicos, pero a la vez, los dos han sido reconocidos incluso por personas que no son creyentes.
Giovanni Battista Montini, nació en Consesio (Brescia) en el año de 1897, fue ordenado sacerdote en 1920 y continuó los estudios en Roma; desempeñó tareas diplomáticas de la Santa Sede. Fue nombrado Sustituto de la Secretaría de Estado en el año de 1937. En 1955 fue nombrado arzobispo de Milán; creado cardenal por el papa Juan XXIII en 1958 y el 21 de junio de 1963 fue elegido Pontífice, tomando como nombre el de Pablo VI. Continuó y clausuró el Concilio Vaticano II; guio la iglesia hacia el diálogo con la modernidad y mantuvo unidad durante la crisis posconciliar. Promulgó 7 encíclicas y varias exhortaciones apostólicas. Se entregó al anuncio del Evangelio, dando testimonio con pasión del amor al Señor y a la Iglesia. Murió en Castel Gandolfo el 6 de agosto de 1978. Fue beatificado por el Papa Francisco el 19 de octubre de 2014.
Oscar Arnulfo Romero Galdámez nació en la Ciudad Barrios (El Salvador) el 15 de marzo de 1917, en el seno de una familia modesta. A los 12 años trabajó en una carpintería. En el año de 1930 ingresó en el seminario menor de San Miguel. En 1943 obtuvo la licenciatura en teología, en la Universidad Gregoriana. Ordenado
Sacerdote, regresó a su patria y como párroco se dedicó con pasión a la actividad pastoral. Posteriormente, fue nombrado director del Seminario de San Salvador, secretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal de San Salvador y secretario ejecutivo del CEDAC. En 1970 fue elegido Obispo auxiliar de San Salvador y se dedicó a la defensa de los pobres. En 1974 fue nombrado Obispo de Santiago de María y en 1977 Arzobispo de San Salvador, en plena represión social y política. El 24 de marzo de 1980, mientras celebraba la Misa con los enfermos del hospital, fue asesinado. Fue beatificado en el año 2015 en San Salvador.
Estos dos personajes enfrentaron situaciones difíciles, situaciones de lucha y sobretodo de odio hacia lo que hacían. A ellos hoy se les reconoce su trabajo y todo lo que realizaron en vida y son un verdadero ejemplo para los cristianos y para el mundo en el siglo XXI.