Me gustaría compartirles una anécdota que me ocurrió, y que me hizo volverme a cuestionar algunas cosas, yo que pensaba ya haber vivido todo en cuanto al tema de la discapacidad me día cuenta que no, que me falta mucho por aprender y por vivir.
El fin de semana pasado tuve la oportunidad de viajar en compañía de mi novio a la Ciudad de México para conseguir más apoyos para el Congreso de Personas de Talla Baja que se está organizando aquí en Querétaro. Para esto, el venía en silla de ruedas y yo en mi carrito eléctrico y mientras esperábamos nuestro transporte sobre la banqueta a las fueras de la central de autobuses, para poder llegar lo más pronto posible al evento, un señor se nos acercó y comenzó a sacarse del bolsillo un par de monedas y nos las entrego y se retiró. Al instante ambos nos volteamos a ver y nos preguntamos en voz alta “¿En verdad tan amolados nos vemos?”.
Por un lado le agradezco a esa persona por a pesar de ser aparentemente de escasos recursos quiso apoyarnos, pese a su situación económica; pero por el otro lado quise darlo a conocer por este medio, ya que esto sigue siendo una realidad. Se piensa que a las personas con discapacidad lo único que necesitamos es recurso económico para salir adelante, si bien es cierto, si es muy necesario, pero de igual manera creo que vale mucho más el abrirnos puertas para lograr nuestra inclusión en todos los ámbitos, como dice el dicho, “No pesques por él, enséñale a cómo pescar”, para que la persona encuentre la manera de salir adelante por sus propios medios y no tenga que estar dependiendo de alguien más para salir adelante.
Recuerden la discapacidad no es la limitante real, nosotros mismos somos los que vamos marcando esos límites, así que de nosotros depende si nos quedamos con todas las desventajas que tenemos y con el “No Puedo es Muy Difícil” sin ni siquiera haberlo intentado antes, o aprendemos a vivir con lo que la vida nos puso en nuestro camino y le sacamos día con día los mayores aprendizajes. Al menos nosotros ya aprendimos a no regresar a esa central de autobuses y menos por la noche, así que lejos de haber sido una mala experiencia, se convirtió en un momento de risas y de aprendizajes.