Continuando con el tema de la semana pasada, el cambio de gobierno (municipal, estatal o federal) requiere un proceso que va detrás el protocolo político de entrega formal de administración (donde el nuevo titular estrecha la mano de su homólogo saliente, volviendo pública y oficial la entrega del aparato gubernamental a la nueva gestión).
En ocasiones dicho acto se realiza en los mejores términos, independientemente de los partidos políticos involucrados, ya que se busca transmitir el mejor mensaje de civilidad política ante la sociedad.
Culturalmente, en nuestro país, nos ha sido imposible desligar la administración pública de la política, tanto para la sociedad en general, como para los titulares del gobierno.
Es por ello que al llevar a cabo el proceso de transición gubernamental se descuide un poco el seguimiento u operatividad de los programas sociales, provocando quejas por parte de sus beneficiarios.
Me permito hacer un reconocimiento público a quienes se quedan laborando en la administración pública, “sorteando” los movimientos de personal que se van dando y que, en ocasiones, les toca responder por su trabajo con menos personal que el que tenían durante el resto de la administración.
Durante el tiempo que la nueva administración entra en funciones, se genera un clima laboral interesante para quienes se quedan, existe nula comunicación con los empleados municipales en torno a “quién se va y quién se queda”, personalmente me tocó vivirlo desde ambas caras de la moneda: ser de los que ya estaban y ser de los nuevos.
En alguna otra entrega podré compartirle, si me lo permite, cómo fue que viví ambos procesos ya que cada uno tiene sus características, siendo ambos importantes y debiendo anteponer la operatividad municipal y el servicio a la ciudadanía.
Durante estos procesos de entrega-recepción el personal municipal se encuentra sometido a cierta tensión y bajo observación por parte del equipo nuevo, situación que se complica en los municipios en los que ocurre un cambio de gobierno emanado de diferente ideología política. La incertidumbre laboral se ve permeada por lo político.
Y usted, amable lector ¿se ha preguntado, cómo se dan esos procesos tras el telón?