El ministro de asuntos exteriores de Siria ha anunciado que el régimen del presidente Bashar Al Asad se encuentra a “un cuarto de hora” de la victoria militar contra los grupos opositores, a los que calificó de terroristas. Solamente la provincia de Idlib faltaría de quedar libre de opositores al régimen sirio. El presidente Donald Trump ha advertido al gobierno sirio que de utilizar armas químicas contra sus opositores, responderá con un castigo.
El Estado Islámico, opositor a Al Asad, ha sido reducido a su mínima expresión y es de esperar se refugie en el pequeño espacio que controla en la vecina Irak, que desde la invasión norteamericana junto con sus aliados para derribar a Sadam Hussein, no ha logrado superar la anarquía, En lo que hace a todos los demás grupos armados opositores, patrocinados principalmente por Arabia Saudita, tendrán que huir y refugiarse en los países vecinos.
La pacificación de Siria enfrenta varias dificultades, siendo la primera la reconstrucción. El país ha quedado devastado por 7 años y medio de una feroz guerra civil, con 5 millones de exiliados de una población original de 22.5 millones. Con el previsible triunfo, Siria fortalecerá la alianza con Rusia, con Irán y con China, y también vendrá el ajuste de cuentas. Siria ha sido atacada por Israel, por Turquía y por Arabia Saudita, países que habrán de sufrir represalias del gobierno sirio tarde o temprano.
El gran perdedor de esta victoria es Estados Unidos que, junto con las políticas de su presidente, han visto disminuir la presencia y la influencia norteamericana en la zona, desde el fiasco de la intervención en Irak, hasta estar a punto de quedar fuera de los problemas regionales, salvo la sólida alianza con Israel.
Los equilibrios en Medio Oriente se verán afectados ante la victoria del gobierno sirio y la influencia chiita se verá fortalecida, algo que no desean ni Arabia Saudita, ni Turquía, ni Jordania, ni Egipto.
Rusia es la gran vencedora, logrando el sueño de los zares: bases y presencia en el Mediterráneo.