Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) son territorios que tienen una ubicación geográfica con potencial productivo y logístico, pero con altos índices de rezago, poca aportación al PIB y una mínima generación de empleos, ingresos e infraestructura.
En 2015, se publicó la Ley de Zonas Económicas Especiales para reactivar los estados de Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Tabasco, Chiapas y Michoacán (región sur y región del Istmo).
La ley tiene como objetivo impulsar el desarrollo de actividades productivas, así como la derrama económica y tecnológica en dichas regiones, a cambio de estímulos e incentivos para las empresas establecidas en las ZEE.
Algunos de los incentivos para las empresas establecidas en una ZEE son 100 % de descuento de ISR durante los 10 primeros años, reducción de contribuciones obrero-patronales, disminución en tasas de IVA y condonaciones en impuestos locales como el predial.
Sin embargo, las regiones sur e Istmo tienen barreras estructurales que inhiben el desarrollo de actividades económicas. Tienen un ambiente de negocios deficiente que genera incertidumbre en inversiones, escasa innovación, baja integración con la economía global y nula especialización en la mano de obra.
En gran parte, el programa no ha sido exitoso por el desequilibrio social, la incertidumbre jurídica y la inseguridad que prevalece en dichas regiones. Desafortunadamente, la federación y los estados no han generado un ambiente óptimo para las inversiones.
Las ZEE son un esquema económico interesante, pero por lo pronto, son solo buenas intenciones.
Licencia de Funcionamiento ni tan rápida y cara.
Antes de pensar en la rapidez del trámite, las autoridades deben considerar el precio que representa obtener una licencia. Los dictámenes emitidos por peritos autorizados tienen un altísimo costo por el simple hecho de ser obligatorios.
Cuando sucede un accidente en un negocio, hay deslinde de responsabilidades y el representante legal es el único que paga los platos rotos.