Sin duda alguna, lo que hasta el momento hemos podido ver en los tres festejos celebrados en la Plaza México es una nueva forma de desarrollar el toreo por parte de las llamadas ‘figuras’, todo ello basado en las condiciones de la materia prima con la que se cuenta. Por lo cual, nosotros, los aficionados, estamos ante una clara evolución que nos llevará sin duda a presenciar, en la mayoría de los casos, este tipo de faenas llamadas ‘artistas’ y olvidarnos de poder disfrutar de esas lidias basadas en ‘poder’ llenas de ‘transmisión’, producto de la bravura del toro.
Desde los inicios de la tauromaquia a mediados del siglo XVIII, personajes de la talla de ‘Costillares’, Pedro Romero, Pepe ‘Hillo’, Cúchares, etc., basaban sus lidias en evitar las embestidas del toro. Toros que por sus características eran más bien fieros que bravos, y que producto de esa confrontación entre la fuerza y la bravura del toro ante el valor, técnica e inteligencia del torero, la fiesta de los toros ha subsistido a través del tiempo para beneplácito de los aficionados. A través de los años llegamos a las épocas de Joselito ‘El Gallo’, posteriormente a la de Juan Belmonte y a la de ‘Manolete’, toreros de los llamados de época, cuyas aportaciones a la tauromaquia han sido de mucho peso específico basándose en dos conceptos principalmente: primero la personalidad y tauromaquia propia de cada uno de ellos y en segundo término contar con un toro, quizá ya no tan fiero, pero sí con más bravura que el de la actualidad.
Preparémonos para conformarnos con esta nueva forma de torear, basada en toros llenos de clase, nobleza y sosería, donde la ‘bravura’, como condición primordial del toro de lidia, ha quedado desplazada a un segundo plano, y donde la ‘transmisión’ o sensación de peligro será casi nula durante la lidia; pero a cambio, estará llena de ‘plasticidad’ y ‘estética’ que a fin de cuentas es lo que en la actualidad gusta y está de moda.
Afortunadamente existen todavía casas ganaderas que basan su crianza en “la bravura”, ganaderías que no han renunciado a sus principios y orígenes ante la feroz embestida de lo que el mercado demanda, aunque para poder disfrutarlas con toreros dispuestos a lidiarlas, tengamos que ir a plazas de 2ª o 3ª categoría.