El Papa insiste en que vivimos una guerra mundial por fragmentos repartidos por el planeta. Como un nuevo profeta, Francisco advierte que la guerra nos destruye a todos, también a nosotros.
1. La guerra no soluciona nada. Este año, el Santo Padre tuvo dos eventos con motivo de la Conmemoración de todos los fieles difuntos (2. nov.). Primero, celebró la Santa Misa en sufragio por los caídos de todas las guerras, en el Cementerio Americano Sicilia-Roma que custodia los restos de 7,861 soldados y enfermeras norteamericanos, caídos durante la II Guerra Mundial.
En la homilía, el Papa explicó también que “los hombres hacen de todo para declarar y hacer la guerra. Y al final, se destruyen a sí mismos. Esto es guerra: la destrucción de nosotros mismos”. Y añadió en tono de denuncia que hoy “el mundo de nuevo está en guerra y se prepara para estar en guerra con más fuerza” y advirtió que “con la guerra, todo se pierde”.
2. Las guerras sólo dan frutos de odio y muerte. Por la tarde del Día de difuntos, Francisco visitó las Fosas Ardeatinas, pues en este lugar a las afueras de Roma, en 1944, el ejército nazi ejecutó a 335 personas. Fue una represalia ordenada por el propio Hitler como respuesta al ataque de los partisanos contra 31 soldados nazis.
Al terminar, Francisco firmó en el libro de honor del mausoleo, en el que dejó un mensaje importante para la paz del mundo, pues señala que “estos son los frutos de la guerra: odio, muerte y venganza”, y concluye con una petición: “Perdónanos, Señor”.
Epílogo. Francisco ha escogido un lugar icónico de la II Guerra Mundial para lanzar un mensaje válido para nuestra época. Aunque los puntos de combate estén localizados en unos pocos países, en realidad, afectan a todo el mundo, y por eso constituyen una “guerra mundial a pedazos”. Nos hemos acostumbrado a vivir rodeados de conflictos bélicos, pero estos siguen siendo la causa de destrucción, tristeza e injusticia. ¡No más guerras!