No es la primera vez, ni será la última, que el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, use las redes sociales para iniciar un escándalo. En estos últimos días parece que la agenda del presidente se ha desviado hacia el ataque a deportistas que han protestado por la situación que se vive en ese país.
Esto no es nuevo. Las protestas durante el himno nacional comenzaron hace más de un año con Colin Kaepernick, ex mariscal de campo de los 49ers de San Francisco, cuando se arrodilló durante el himno como protesta por el abuso policial a la gente de color. Durante ese tiempo no se le dio la importancia que ha tomado en estas últimas semanas, ya que, gracias a la maravilla de Twitter, Trump utilizó esta plataforma para encender la opinión publica, diciendo que todo jugador que se arrodillara en el himno debería de ser despedido.
Además, se enfrascó en una guerra sin sentido contra Stephen Curry, campeón de la NBA con los Golden State Warriors, al no aceptar su invitación a la Casa Blanca. Muchos jugadores de esta liga, como Lebron James, Dwayne Wade y Kevin Durant, no se quedaron callados y le contestaron al presidente. Para ponerle la cereza al pastel, el fin de semana el vicepresidente, Mike Pence, fue al partido de los Colts vs 49ers para ver el homenaje que le hicieron a Peyton Manning. Pence se retiró del estadio al ver a más de 20 jugadores incarse, declarando que era una falta total de respeto.
Parece que del lado del presidente no quieren aceptar el problema que existe de raíz y el principal motivo de protesta. No es por faltar al respeto a la bandera o al himno, simplemente es un llamado a la sociedad a un mayor esfuerzo para erradicar la violencia innecesaria de la policía a gente de color, que se haga justicia. En lo personal creo que este problema lleva mucho tiempo sin ponerle la atención necesaria y hay que darle su importancia justa y necesaria, para que el deporte no sea el último recurso para llamar la atención de los gobernantes.