Pedro L. Jáuregui Ávila
Periodista y colaborador del diario La Opinión de Cúcuta en Colombia, desde hace 35 años. Egresado de la Universidad Francisco de Paula Santander y del Instituto Técnico Nacional de Comercio
Nunca antes un compromiso de futbol entre Colombia y Venezuela había tenido la connotación política como el que disputarán las dos selecciones este jueves, 31 de agosto, en su interés de llegar a la Copa Mundo de Rusia 2018.
Las constantes agresiones de las fuerzas militares venezolanas, que incursionan, casi a diario, al otro lado de la frontera, han hecho que el aficionado colombiano tenga resquemores en ir a San Cristóbal, estado Táchira (Venezuela), sede de la confrontación, a pesar de las declaraciones de las autoridades venezolanas de que los jugadores de la Selección Colombiana, como los visitantes, serán bien tratados, pero ¿quién les cree?
El gobierno del presidente Nicolás Maduro, sumergido en una crisis social, política y económica con una inflación que podría llegar a 760 por ciento a fin del año, ha hecho que el país esté a puertas de una guerra civil.
A lo anterior se debe agregar las sanciones económicas de Estados Unidos a funcionarios públicos, congelando sus cuentas, y las conclusiones recientes de un estudio de Caritas, que denunció la creciente desnutrición infantil, sumada a una escasez de medicinas y alimentos.
Colombia, para el presidente Maduro, es un Caín porque no lo apoyó en su diferencia con la oposición y, posteriormente, cuando la fiscal Luisa Ortega se declaró en contra de las determinaciones del mandatario de hacer una nueva Constituyente.
Los organismos de investigación venezolanos han sostenido que grupos ilegales colombianos apoyados por Estados Unidos han pretendido asesinar a Maduro. Se podría detener ahora a cualesquiera y sindicarlo de pretender desestabilizar al país, lo que podría provocar una reacción en cadena, sobre todo ahora que el Concejo de Cúcuta, población colombiana, le pidió al Gobierno nacional el cierre fronterizo.
Son muchas las mechas sueltas con un detonante que está en manos del presidente Maduro.
El mandatario, hasta el momento, no aprendió cómo gobernar a un país pobre que desperdició sus riquezas y que busca un pretexto para crear un conflicto a cualquier precio.
